Las polémicas reformas


Francisco dispuso la absolución del pecado del aborto, la comunión de los divorciados y el posible diaconado de las mujeres

Pedro Albundia | 12/1/2016, midnight
Las polémicas reformas

El estilo del Papa Francisco es directo, solidario, sensible y humanitario. Muy humano. Demasiado humano para quienes defienden las costumbres milenarias de la religión predominante.

DIFÍCIL. Desde que el argentino Jorge Mario Bergoglio fue investido como Sumo Pontífice en marzo del 2013, tras la renuncia de Benedicto XVI, convirtiéndose en el primer Papa jesuita y latino, los sectores más conservadores se han debatido entre la diplomacia y la aspereza.

Y es ese estilo, también compasivo, el que, increíblemente, provocado ataques desde el interior de su cofradía. Según el cardenal esloveno Franc Rodé, el sucesor de Pedro es ‘excesivamente de izquierda (…) de los que habla mucho pero resuelve pocos problemas’. Para Józef Michailik, arzobispo emérito de Przemysl (Polonia), Francisco es ‘el arma de los enemigos de la iglesia’. Para otro polaco, Stanisław Gadecki, presidente de la Conferencia Episcopal de Polonia, el Papa argentino ‘tiene cierta debilidad por los laicos’. Está claro que el respeto por el representante de Dios en la Tierra es nulo.

Quizá por eso no sorprende la reciente carta pública de cuatro cardenales, en la que le piden al Papa Francisco ‘clarificar’ asuntos esenciales de la doctrina católica que ‘confunden’ en su exhortación apostólica post-sinodal ‘Amoris laetitia’. Dicha carta es algo así como pedirle explicaciones a tu jefe. En octubre del año pasado (2015), uno de esos cuatro cardenales, el italiano Carlos Cafarra, arzobispo de Bologna, firmó una carta similar, junto a doce cardenales, que se filtró en pleno sínodo de la familia.

“Algunos no entienden y todo lo ven blanco o negro. No me quita el sueño. Yo sigo el camino de los que me han precedido”, ha respondido Francisco ante las pullas de sus detractores.

Sin embargo, a pesar de la humildad con la que actúa y se expresa, es importante tener presente que los grandes quiebres de la iglesia católica en la era moderna han sido obra de dos Papas: Juan XXIII y Francisco.

El Concilio Vaticano II, convocado por Juan XXIII, es el acontecimiento eclesial más importante de los últimos cinco siglos, ya que acercó a la iglesia a la cultura contemporánea. A partir de la década de los sesentas, las misas dejaron de celebrarse en latín para adoptar el idioma de la región; el sacerdote empezó a mirar a su feligresía, haciéndolos parte del rito, en lugar de darles la espalda por dirigirse al altar; y los laicos tuvieron acceso a la Biblia.

EN DESACUERDO

En una maniobra sin precedentes en el Vaticano, y a través de una carta pública, un grupo de cardenales ha expresado preocupación por las enseñanzas del papa Francisco y lo ha acusado de causar confusión en asuntos clave para la doctrina católica. Los firmantes son, de izquierda a derecha: Walter Brandmüller, Raymond Burke, Carlo Caffarra y Joachim Meisner. El precepto eclesiástico de no proferir agravio alguno contra el Papa, la máxima autoridad de la iglesia católica, es opcional para ellos.

Además de esos cambios trascendentales, Juan XXIII representó la apertura. Sus sucesores fueron tema aparte: Pablo VI, fue la moderación; Juan Pablo I, representó una apertura brevísima debido a que murió de un presunto infarto a 33 días de su elección; Juan Pablo II, es el conservadurismo simpático y peregrino, y Benedicto XVI, el conservadurismo académico. Ninguno realizó cambios al nivel del Concilio Vaticano II. Ninguno fue un aire fresco para el catolicismo.