Testimonio de un empleado esencial en pandemia


Tania Del Ángel Pich | 11/24/2021, midnight
Testimonio de un empleado esencial en pandemia
VALIOSO. Para Adam Kaat escribir un libro que registra las anécdotas que vivió en el supermercado para el que trabajaba durante los primeros meses de la pandemia fue terapéutico y lo mantuvo ocupado. Miles tienen historias parecidas en todo el país. |

Debido a la pandemia, el 2020 fue un año marcado por la angustia y las restricciones. Durante el encierro parcial de los primeros meses de la crisis de salud que aún no termina, casi todos los comercios cerraron, excepto los supermercados y las farmacias.

Por esos días, los profesionales médicos, doctores y enfermeras, y las personas que laboraban en los centros de salud de cualquier ciudad del país, arriesgaban la vida para atender y contener los contagios derivados del coronavirus, o para mantener en condiciones adecuadas los establecimientos a los que ingresaban decenas o centenas de personas con diversos síntomas y desenlaces. Todas estas personas fueron consideradas esenciales y con justa razón.

Pero hubo más personas que arriesgaron sus vidas para mantener viva la cadena de suministros: los empleados de supermercados y farmacias. Durante meses, muchos se vieron forzados a trabajar horas extras; a cubrir turnos por falta de trabajadores; a adaptarse a nuevos horarios y a estrictos reglamentos para evitar contagios; y a lidiar con clientes insolentes. Este sacrificio, poco valorado por muchos al principio, fue reconocido cuando se disparó la infestación y los decesos a nivel nacional.

Adam Kaat (36) trabajó casi un año y medio en el supermercado Whole Foods de Cherry Creek en Denver (Colorado) y lo hizo durante el inicio de la pandemia. Fueron meses muy difíciles.

Recientemente, Kaat presentó su libro ‘Life on the Grocery Line: A Frontline Experience in a Global Pandemic’, en el que describe su experiencia como trabajador esencial en el sector de venta de alimentos. “Fue difícil trabajar en esos días. Me desempeñé en una zona donde la mayoría de los clientes tenían presupuesto para comprar sus víveres, pero se podía notar la frustración y el estrés en sus rostros por enfrentar un encierro que no se sabía cuánto duraría. Recuerdo que hubo momentos en el que, los clientes estaban tan estresados que si alguien violaba la regla de mantener los seis pies de distanciamiento social, se enfrentaban a gritos”, comenta Adam Kaat.

La incertidumbre hizo presa de muchos consumidores. “Algunos clientes desquitaban su angustia y estrés con nosotros (empleados del supermercado), mientras que otros nos llamaban ‘héroes’ y nos decían que no nos pagaban lo suficiente por lo que estábamos haciendo. Nunca me creí un héroe y no me gusta ese término pues no creo que lo seamos, simplemente cumplíamos con nuestro trabajo”, apunta Kaat.

Mientras que los trabajadores vinculados al sector salud recibían accesorios para reducir la alta probabilidad de contagio, los empleados de supermercados y farmacias afrontaban la situación menos proveídos en ambientes cerrados de alto tránsito de personas. Kaat fue testigo del temor de sus compañeros: “Muchos compañeros de trabajo no se presentaban a trabajar porque tenían ataques de angustia o sentían mucho temor de contagiarse. Fue muy duro. Sin embargo, también compartimos muchos buenos momentos, historias y recuerdos únicos”.

El año pasado, todos los Estados de la Unión sufrieron algún tipo de desabastecimiento: desde papel de baño, hasta productos de limpieza y algunos alimentos. Este año la situación ha mejorado, pero seguimos soportando la escasez de algunos productos y el aumento de precios, factores que provocan descontento en los consumidores, especialmente durante esta temporada.