¿Como ha sido trabajar junto a Gabriel Porras? Es un tesoro trabajar con gente como Gabriel Porras, que te lleva a un punto que trasciende, creando magia en escena que hasta pone la piel ‘chinita’. Crear un personaje como Adela no se logra si no tienes un actor como Gabriel. A mí me preocupaba muchísimo quién iba a ser aquel que expusiera a este personaje; sin un buen actor, mi historia no sería creíble. En esta profesión encuentras muchas personas con carencia de atención que quieren mostrar sus músculos y cuando te toca actuar con ellos no hay manera de lograr la comunión. Pero, cuando tienes a un actor de verdad que ama el oficio, ocurre la magia.

¿Es difícil ser actriz? Sí, pero tu norte debe ser dirigido por la pasión. Lograr ese balance entre ser eficiente y respetar tu trabajo, de tal manera que siga siendo arte y que de verdad tú salgas de tu cuerpo y te conviertas en otra alma es complicado. A veces es frustrante. Es un reto profesional muy fuerte seguirle el ritmo a una novela y sobre todo el tema de trabajar siete meses casi 12 horas al día por seis días a la semana. Realmente tienes que amar lo que haces para pasártela bien ahí.

Si pudieras aprender a hacer algo nuevo, ¿qué elegirías? Es infinito el mundo de posibilidades; mi norte es la novedad, yo no persigo un objetivo final, yo persigo ver la vida con ojos de niño y lo máximo posible. Por que para mi ahí es donde radica la magia. Primero salirte de tu zona de confort siempre, y segundo el poder ver el mundo con ojos de niño chiquito de tal manera que te puedas maravillar de todo. Quisiera hacer de nuevo cine, series y algo en inglés. También me gustaría echarle más ganas a la cantada, bailar y conducir algún programa en TV, que ya se está concretando algo. Quiero hacer cualquier forma de arte en la que yo me considere capaz.