Cambios en las listas de la OMS


Agencias / Cortesía | 6/21/2018, midnight
Cambios en las listas de la OMS
Adicción a los videojuegos |

La Organización Mundial de la Salud (OMS) modificó su Clasificación Internacional de Enfermedades para incluir la adicción a los videojuegos como una enfermedad a la par de la acción dañina de apostar, que puede y debe ser tratada.

EL DATO

La OMS estima que del 2% al 3% de los que juegan videojuegos tienen un comportamiento abusivo y pernicioso.

La OMS estima que del 2% al 3% de los que juegan videojuegos tienen un comportamiento abusivo y pernicioso, pero quieren obtener la certeza científica al respecto, por eso se le ha incluido en el apartado de uso de sustancias perniciosas y otros comportamientos adictivos. El hecho de jugar un videojuego no es nocivo por sí mismo, igual que no lo es ingerir alcohol, algo que hace regularmente el 40% de la población mundial. El problema es cuando el consumo es abusivo y cambia el comportamiento de la persona que lo ejerce.

Si el niño, adolescente o adulto que juega lo hace sin parar y deja de salir con sus amigos, deja de hacer actividades con sus padres, se aisla, no estudia, no duerme y solo quiere jugar, eso son signos de alerta de que podría tener un comportamiento adictivo y que tiene que buscar ayuda. Si encima hay incentivos como dinero cuando se juegan con otras personas, eso incrementa el comportamiento adictivo y por lo tanto, el desorden.

El hecho de que este desorden esté incluido en la lista de enfermedades permite, a las personas que lo padecen, contar con ayuda de forma oficial, dado que el sistema lo reconoce como una dolencia, por lo que está cubierto por los sistemas públicos de salud y por los seguros.

Fuera de la lista

Tras once años de trabajos, la OMS decidió que la transexualidad salga del apartado de ‘enfermedades mentales’, un pedido que las asociaciones LGTBI llevaban años reclamando. Ahora, la ICD-11 saca la ‘incongruencia de género’ (transexualidad) de la clasificación de las enfermedades mentales, y la deja dentro del capítulo de las ‘disfunciones sexuales’. Es decir, pierde la categoría de trastorno psicológico para quedarse en una cuestión física: la falta de adecuación del cuerpo al género que siente la persona.

La OMS evita de esta forma la estigmatización provocada en muchos países a las personas consideradas como ‘desordenadas mentalmente’, y revierte la reducción de oportunidades de buscar ayuda.