El Mundial Rusia 2018 ha sido un encuentro donde no han existido las fronteras.

Mbappé, la nueva joya de la selección francesa y del fútbol mundial, es hijo de madre argelina y padre camerunés, un hijo de migrantes y de los suburbios parisinos. Es el abanderado de una selección llena de jugadores estelares, la mayoría de ellos con padres nacidos en las antiguas colonias francesas o nacidos ellos mismos en otros países y ahora parte de ‘Les Bleus’: El genial volante Paul Pogba es hijo de padres llegados de Guinea, y el defensa Rafael Varane tiene raíces en Martinica. Otros dos titulares indiscutibles, el inacabable N’Golo Kanté y Blaise Matuidi, tienen ascendencia de Mali y el Congo, respectivamente. El defensa Samuel Untiti nació en Camerún; Tomas Lemar en la isla de Guadalupe y Steve Mandanda en el Congo. En total, 14 mundialistas franceses proceden o tienen familia de países africanos y árabes.

Este crisol de nacionalidades no es nuevo en Francia. Todavía se recuerda el equipazo que lideró Zinedine Zidane, hijo de argelinos, acompañado por figuras como Lilian Thuram o Thierry Henry, nacidos en la isla de Guadalupe, entre otros más, cuando ganaron la Copa del Mundo en Francia 98.

En tiempos en que muchos países quieren cerrar sus puertas a los migrantes, el deporte más hermoso del mundo demuestra el aporte de aquellos que llegaron de otros lugares y se integraron a su nueva patria.