El símbolo del odio (y la estupidez)


Decenas legisladores texanos se oponen al muro que planea construir Trump

Pedro Albundia | 2/2/2017, midnight
El símbolo del odio  (y la estupidez)

Para demostrar a los estadounidenses (y al mundo) que es un tipo duro, Donald Trump puso en peligro las relaciones con el tercer mayor socio comercial de Estados Unidos, un vecino con el que comparte una frontera de aproximadamente 1,900 millas y una amplia gama de prioridades ligadas a la política exterior y el orden público.

Al firmar la orden ejecutiva que autoriza (pero que no financia) la construcción de una muralla a lo largo de la frontera sur, Trump reafirmó su desprecio por el aporte de México, como estado, como país y como socio comercial.

EL DATO

Si la agresiva postura que tiene Trump en cuanto al comercio con México perjudica la economía de ese país, los incentivos para la inmigración ilegal hacia Estados Unidos aumentarán

La obra es un despropósito que alguna figura conspicua del Partido Republicano debería rechazar abiertamente. Demasiado dinero invertido para tan pocos réditos. La pared gigante no cumplirá el propósito para la que será construida. Lo que quedaría es un monumento a la mala vecindad y un recordatorio perenne y quizá inmortal de la idea de un megalómano que coloca su apellido en cuanta edificación se le haya ocurrido.

Es cierto que hay legisladores republicanos en el Congreso de la Unión que se oponen al muro y a otras acciones de Donald Trump, pero esas voces no son discordantes ni constantes. Sin embargo, los legisladores texanos sí tienen reparos en los planes del magnate. Según un sondeo realizado en diciembre pasado por el Texas Tribune: al menos 38 congresistas no están de acuerdo con el muro (que atravesará una buena parte del territorio texano).

Estos legisladores no disienten por su simpatía hacia México, sino porque la construcción de esa muralla obligará a la expropiación de terrenos de ciudadanos estadounidenses conservadores; decenas de ranchos habitados por generaciones serían destruidos; familias que votaron por Trump perderían sus propiedades para dar paso a la monstruosa construcción. Los problemas sociales y judiciales podrían hacer daño al partido.

Si se busca una manera de eludir un futuro muro, Estados Unidos tiene más de 90,000 millas de costa y miles de aeropuertos. Y los cárteles son excelentes innovadores a la hora de construir túneles. También está la frontera con Canadá, que tiene una extensión de 5,524 millas (3,549 millas más que la frontera con México) y conexión directa con trece Estados de la Unión Americana: Alaska, Michigan, Maine, Minnesota, Montana, New York, Washington, Dakota del Norte, Ohio, Vermont, New Hampshire, Idaho y Pensilvania.

Una cimbreante pared no es la solución. Se pueden lograr mejoras graduales en la seguridad fronteriza con una mejor tecnología (drones de vigilancia, sensores sísmicos, torres de observación). La Patrulla Fronteriza en Texas quiere caminos pavimentados, no paredes gigantes.

Claramente, no hay una razón práctica para construir un muro fronterizo, ya que la inmigración ilegal ha sido nula o negativa durante casi nueve años. El número de detenciones en la frontera se encuentra en su nivel más bajo desde 1971 y cada vez más los detenidos son menores de edad no acompañados o miembros de grupos familiares de Centroamérica.