En tiempos en los que cunde la violencia, las noticias funestas, los episodios luctuosos, en nuestras vidas, en nuestras comunidades, en el país y en el mundo, las personas de fe debemos recordar las dos enseñanzas máximas de Cristo: ‘Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas’ (Marcos 12:30) y ‘Amarás a tu prójimo como a ti mismo’ (Mateo 22:39). Quienes creemos en Él tenemos siempre presente estas premisas, ya que Jesucristo amó a su prójimo como amó a la naturaleza, colocando con su comportamiento a Dios por sobre todas las cosas.

La muerte de Jesucristo que se conmemora cada año en Semana Santa, nos recuerda a los feligreses la magnitud de su sacrificio. Su destino inexorable era inmolarse para que la Humanidad tenga un nuevo comienzo, libre de pecado. Ese sacrificio nos abrió las puertas de la vida eterna.

Las personas de fe debemos tener presente que el progreso de nuestra comunidad no tiene sentido si no consigue a través de valores inquebrantables, como el amor al prójimo. Ni sermones ni prejuicios. Aceptación y humildad, para que el progreso sea plural y reconfortante para todos (incluidos quienes no profesan nuestra fe o quienes optan por no tener ninguna).

El mensaje de Jesucristo nos invita al desarrollo pleno de nuestra espiritualidad, a buscar esta perfección en nuestras vidas, para ser útiles en nuestra sociedad y agentes de cambio en aquellos que deseen conocer su grandeza. El camino es difícil, sí, pero es uno que persigue un objetivo superior, para uno mismo y para nuestro entorno.

Deseo que los sucesos diarios no apaguen tu fe. Por el contrario, que la refuerce, que te haga tomar acción a través de actividades caritativas; colaborando como voluntario en las múltiples tareas que tienen nuestras comunidades; reforzando los valores familiares a través de la comunicación, del sentido del humor, del genuino interés por las actividades de nuestro núcleo familiar. Que la violencia que se cierne sobre el mundo te decida a poner luz ahí donde hay oscuridad. A ser solución y no problema.

Y si eres inmigrantes como yo, recuerda que cuando todo parece oscurecer, cuando las dificultades de la vida son tan difíciles que estás tentado a rendirte, tu tienes en este país un propósito: ‘Después oí la voz del Señor, que decía: ¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros? Entonces respondí yo: Heme aquí, envíame a mí’. (Isaías 6:8). Por algo llegaste aquí. Sé fuerte, tus seres queridos te necesitan. Ese es un privilegio que debe hacerte feliz.

Y aunque las discrepancias políticas y de otras índoles nos afectan de alguna manera, son justamente estas fechas las que pueden servir para contemplar nuestras posiciones desde otra perspectiva con la finalidad de encontrar un acercamiento que se refleje en una mejor convivencia. En solidaridad palpable. Que Dios nos bendiga a todos y que nos ayude cuando la vida nos pone pruebas difíciles.

El Mundo Newspaper desea que esta Semana Santa sea para todos un momento de profunda reflexión sobre nuestro destino personal y como sociedad. El dinero va y viene.