El retorno del rey


Todos los humanos que naden cada cuatro años para colgarse medallas olímpicas serán anónimos

Pedro Albundia | 8/18/2016, midnight
El retorno del rey

Los traumas de la infancia y el alcohol lo hicieron tocar fondo, y por poco lo ahogan. A finales del 2014, Michael Phelps hacia noticia a nivel mundial debido a su internamiento en el centro de rehabilitación ‘The Meadows’, en Phoenix (Arizona). Previamente había sido arrestado por conducir ebrio a más de 80m/h.

En su segunda semana de rehabilitación, entre el grupo de pacientes alcohólicos y drogadictos, le otorgaron el ‘bastón saguaro’, símbolo de liderazgo. Entonces entendió que la fama es sólo consecuencia y no objetivo y se enfocó en lo que es realmente importante: su familia (su prometida Nicole y su hijo Boomer). El cambio en su vida fue radical: incluso arregló las cosas con su padre, ausente durante casi toda su vida. Cuando Phelps se rehabilitó, lo primero que hizo fue buscar a Bob Bowman. Sólo con él de su lado, podía tener posibilidades. Y las tuvo. Y cómo las ha aprovechado.

EL DATO

La madre de Michael Phelps lo puso a nadar no porque le encantara el deporte, necesariamente, sino por una patología: el niño padecía de Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH).

De regreso a la alta competencia, Michael Phelps logró lo que nadie pensó: ganar medallas doradas como si fuera una estrella naciente. Y millones tuvimos el placer, y el honor, de verlo. De compartir este tiempo histórico. Esta fantasía. Como la fantasía de derrotar a Leónidas de Rodas, atleta de los Antiguos Juegos Olímpicos que llevaba 12 oros individuales en competencias que se dieron antes del nacimiento de Cristo. Hasta que apareció Phelps, quien con 1:54.66 segundos en los 200 metros individuales, hizo añicos dos mil años de antigüedad.

En cinco Olimpiadas, Michael Phelps ha conseguido 28 medallas (23 de oro, 3 de plata y 2 de bronce). Y si se añaden las preseas obtenidas en otras competiciones, el total de medallas asciende a 66 de oro, 14 de plata y 3 de bronce.

Phelps ejecuta como nadie la famosa técnica ‘patada de delfín’ que le permite avanzar bajo el agua hasta cincuenta pies, impulsándose con las piernas, rodillas y tobillos pegados como una sola extremidad.

Al público que aprecia la magia de los Juegos Olímpicos solo nos queda contemplarlo. Y aprender. Si la vida comenzó en el agua, Phelps nos enseñó que desde allí también se puede evolucionar y ser inmortales.