La afición por el miedo
Agencias / Cortesía | 11/9/2023, midnight
El miedo es una emoción innata que se produce ante una sensación de peligro o amenaza real, evocada por un recuerdo o por simulación, en la que ‘se pone en peligro la supervivencia’. Es lo desconocido lo que provoca esta emoción: no saber, no comprender, no controlar o no confiar. Si no tuviéramos miedo, nos atreveríamos a cruzar todos los límites y se nos iría la vida con facilidad.
Si nos detenemos a observar el miedo, nos encontraremos con emociones afines como la inquietud, que tiene poca intensidad. Si la intensidad va incrementándose aparecen el nerviosismo y la ansiedad. Le siguen en intensidad el temor y la desesperación. Y cuando el miedo es muy intenso surgen el pánico y el terror.
La expresión de miedo es legítima y –según la psicología– son tres las reacciones básicas ante la sensación de temor: ante algo que parece amenazante el primer instinto de supervivencia es huir; si se trata de un objeto real, la reacción es la de luchar contra ello; y por último, paralizarse de miedo.
Lo importante ante el miedo –o los miedos, en sus diferentes grados– es saber diferenciar si éste es real o fruto de nuestra imaginación o de nuestros pensamientos. Muchas veces, la ansiedad provocada por el miedo no tiene razón de ser: son creaciones imaginarias que nacen por el temor del momento. No nos da miedo ‘el monstruo que hay debajo de la cama’, sino mirar debajo de la cama. Tomar conciencia de nuestros miedos y enfrentarnos a ellos es lo que nos hace crecer. Eso se debe explicar a los niños para que se desarrollen sin taras.
Por todo lo anterior, resulta paradójico que disfrutemos de las películas de terror o de las escenas de horror presentadas en películas y series. ¿Cómo puede ser que, mientras la mayoría suele evitar las sensaciones intensas derivadas del miedo, hay otras que las disfrutan?
La neurociencia tiene la respuesta: nuestro cerebro vive intensamente una película de terror. El cerebro percibe una amenaza, la amígdala envía una señal al hipotálamo que, a su vez, activa el sistema nervioso simpático para que el cuerpo se prepare para la acción, es decir, para que pueda huir o luchar… casi como si fuera real.
Simultáneamente, las glándulas suprarrenales aumentan la producción de noradrenalina, lo que acelera el ritmo cardíaco y aumenta el flujo de sangre cargada de adrenalina hacia los músculos y la epidermis. Cuando adrenalina y noradrenalina entran en contacto, los músculos se contraen y se tensan.
En este momento nuestro cerebro está viviendo plenamente la emoción, pero en el fondo sabe que es sólo por un tiempo limitado: lo que dure la película o serie de terror. Ahí está la esencia de la afición por el miedo: el cerebro lo vive como un ‘juego’ el que se permite entrar al ciento por ciento sabiendo que hay una salida, un final feliz.
EL DATO
El miedo es una de las pocas emociones básicas que compartimos con muchos animales.