Cuando Lionel Messi llegó al Inter Miami, la expectativa de la afición futbolera creció sin precedentes. Antes de su llegada a suelo estadounidense, las camisetas del equipo de Miami se agotaron: los fanáticos confiaron a ciegas en su capacidad. El ‘10’ debutó con el equipo rosa con una victoria sobre el Cruz Azul en la Leagues Cup. Él marcó uno de los goles del 2 a 1 a los 94’ de juego. En el siguiente partido, ante Atlanta, el equipo de Messi se impuso por 4 a 0 con dos goles del campeón mundial. Furor total en Miami y en todos los rincones del mundo futbolero. El Inter Miami quedó primero en su grupo (South 3).

En adelante, con la seguridad derivada de los sendos triunfos, el Inter Miami siguió su camino al título. Imparable. A su paso cayeron: Orlando City, Dallas, Charlotte, Philadelphia y Nashville en la final. Messi le cambió la actitud al Inter Miami y lo volvió arrollador.

Pero un torneo corto es muy distinto a la exigencia y presión de un campeonato. Messi llegó al Inter Miami cuando el equipo atravesaba su peor momento desde su debut en 2020: últimos en la Conferencia Este con 18 puntos. Sin embargo, la llegada de Sergio Busquets y Jordi Alba, y la influencia deportiva del ‘10’, inyectaron el ánimo necesario en sus compañeros y el equipo obtuvo un triunfo importante de visita sobre el Red Bull New York en su debut en la MLS: 2 a 0 –él marcó el segundo gol– y el ‘Rosa’ dejó el sótano.

Messi no empieza jugando desde cero todos los partidos pero los termina bien. Su presencia es vital para que el equipo rosado recupere posiciones en la tabla de su Conferencia. El próximo gran reto en la carrera del ‘10’ en Estados Unidos será ganarle la final de la Lamar Hunt U.S. Open Cup al Houston Dynamo, el 27 de septiembre en el estadio DRV PNK de Fort Lauderdale. Y si el Inter Miami logra quedar entre los nueve primeros de la tabla al final de la temporada, su aporte habrá sido extraordinario. Después, ser campeón de la MLS no será imposible.