El síndrome que afecta a los migrantes
Agencias / Cortesía | 9/8/2022, midnight
Hay quienes emigran porque así lo desean, pero también quienes se ven obligados a ello. A finales de 2019, las personas desplazadas a la fuerza eran más de 79.5 millones según la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR). Dejar lo conocido, las costumbres y usos de su país de origen, puede repercutir en la salud mental de cualquier inmigrante.
La psicología ha registrado que muchos inmigrantes que viven situaciones difíciles presentan un cuadro reactivo de estrés muy intenso, crónico y múltiple. El psiquiatra español Joseba Achotegui bautizó a este trastorno como Síndrome de Ulises. Esta no es una patología, ya que el estrés y el duelo son cosas normales en la vida.
Por lo general, asociamos la palabra ‘duelo’ al sentimiento tras las muerte de un ser querido. Los psicólogos lo relacionan con cualquier pérdida que tenga el ser humano, como dejar un trabajo querido, la separación de una pareja o cambios en nuestro cuerpo. Cada vez que experimentamos una pérdida, tenemos que acostumbrarnos a vivir sin eso que teníamos y adaptarnos a la nueva situación.
Así, el duelo migratorio está asociado a este gran cambio en la vida de una persona. Pero tiene características que lo hacen especial, ya que es un duelo parcial, recurrente y múltiple.
Parcial porque no es una pérdida total como ocurre con la muerte de alguien; recurrente porque con cualquier viaje, comunicación con el país o mirar una fotografía en las redes sociales puede reabrirse el recuerdo; y múltiple porque no es solo una cosa la que se pierde, sino muchas.
La pérdida más evidente suele ser la pérdida de la familia y de los seres queridos. También está la pérdida de estatus social, porque en condición de inmigrante, la persona siente los estragos que provocan la xenofobia, por ejemplo. Otro duelo que el inmigrante sufre es el de la pérdida del terruño; por ejemplo, al extrañar un paisaje montañoso, las playas o días soleados. A esto se suma el duelo del idioma, que será más fuerte en la medida en que se emigre a un país con otra lengua. Puede ser una verdadera barrera para, por ejemplo, hacer un trámite burocrático o enviar un simple correo electrónico.
Por último, está la pérdida de los códigos culturales, que puede significar algo tan sencillo como no tener con quién divertirse o compartir tradiciones propias. Asociado a esto está la pérdida de contacto con el grupo de pertenencia, con aquellos con quien podemos hablar en los mismos códigos, que entenderán nuestros modismos y forma de ver la vida.
Si nos cuesta conectar emocionalmente con alguien en nuestra condición de inmigrantes, debemos recordar que todos hemos sufrido alguna pérdida y que es un buen ejercicio conectar con la emoción que tuvimos para empatizar con otra persona, respetando su cultura, mentalidad y cosmovisión.
EL DATO
Cuando hay dificultades o se rechaza a la persona en la sociedad de acogida puede darse el Síndrome de Ulises.