Hispanos sufrieron discriminación legal en Texas
Guillermo Zenizo | 11/17/2022, midnight
Desde que Texas se independizó de México, en 1836, hasta la década de 1960, los hispanos sufrieron discriminación y segregación avaladas por la ley. Fue una constante lucha legal la que permitió que se les reconocieran derechos como la propiedad, la ciudadanía, la educación pública y el acceso a cualquier negocio o servicio.
Esta parte de la historia local ha sido documentada por la antropóloga Martha Menchaca en el libro “La experiencia mexicoamericana en Texas: Ciudadanía, segregación y la lucha por equidad”, parte de una serie textos editados por la Universidad de Texas (UT) sobre la cultura e historia del Estado.
La situación cambió de manera permanente con leyes como la Civil Rights Act (1964), que prohibió la discriminación a nivel federal, y una ley estatal de 1967, que obligó a la desegregación dentro de las instalaciones gubernamentales, que unos años después se expandió a establecimientos privados.
En entrevista con El Mundo Newspaper, la también profesora de Antropología de UT afirmó que la población de origen mexicano fue discriminada por su raza y etnicidad, e incluso por hablar español, aun si las personas eran blancas. La lucha de los hispanos por un mejor trato ha sido constante en la historia texana, a pesar de las derrotas legales o a la falta de apoyo del Gobierno.
Desde 1855 la Suprema Corte de Texas reconoció el derecho de los particulares a excluir el acceso a sus negocios por cualquier motivo, y en 1907 se expandió a más lugares, incluyendo los servicios públicos. Esta discriminación también se dio en el contexto religioso, pues el Vaticano atendió las peticiones de los católicos de origen europeo para expulsar de Texas a los sacerdotes mexicanos, pues no querían convivir en las iglesias con personas de origen hispano.
En 1870 inició la segregación en las escuelas católicas, que era donde los mexicoamericanos recibían su educación. Al personal diplomático latinoamericano también se le impedía el acceso a lugares como restaurantes, por lo que los consulados de México también lucharon contra la desegregación.
A partir de 1927, con la organización de las ciudades texanas en distritos se hizo una división que, aunque no especificaba la raza, facilitó el racismo institucional. Con ese criterio se tomaban decisiones como dónde crear escuelas, por ejemplo. El Condado Travis fue uno de los casos más duros de exclusión.
“Estaban permitiendo que se hiciera segregación y obstaculizando los fondos para que los niños pudieran ir a la escuela más de cuatro años; luego, en Montopolis, en las escuelas solo enseñaban hasta segundo grado, nada más; era terrible, no querían educar a los mexicanos”, señala Menchaca. Esta realidad pudo modificarse gracias a la presión de organizaciones hispanas que luchaban para que se les permita a los niños de origen hispano ser admitidos donde pudieran continuar con su educación, y también a que hubo aliados anglosajones que apoyaron la causa de los mexicoamericanos para garantizar sus derechos, como el acceso a la ciudadanía estadounidense y a votar.