Pequeños ahogos con graves consecuencias


Agencias / Cortesía | 11/3/2022, midnight
Pequeños ahogos con graves consecuencias
CUIDADO. Múltiples estudios epidemiológicos sugieren una asociación entre los trastornos de sueño –incluyendo la falta de descanso– y la obesidad, que es una de las epidemias del siglo veintiuno. |

La Apnea Obstructiva del Sueño (AOS) es un padecimiento extendido pero infra-diagnosticado: aunque se calcula que afecta a entre el 5% y el8 % de la población estadounidense, hay muchos casos que no están registrados. Quienes sean afectados por la AOS pueden sufrir serias repercusiones, ya que a ella se asocian otras dolencias –comorbilidades– como diabetes y trastornos cardiovasculares.

Si una persona con sobrepeso desea saber si padece de AOS, debe estar atenta a las señales: ronquidos fuertes e irregulares, que alternan con pausas respiratorias (apneas) por colapso de la vía aérea; sueño no reparador y habitualmente interrumpido por múltiples despertares; somnolencia excesiva durante el día; lentitud para formular pensamientos e ideas; dificultad para concentrarse y memorizar; cefaleas –dolores de cabeza recurrentes– principalmente por las mañanas; y nicturia, que es la necesidad de levantarse a orinar varias veces por la noche.

Múltiples estudios epidemiológicos sugieren una asociación entre los trastornos de sueño y la obesidad, la gran epidemia de este tiempo en este país. Pero la relación parece bidireccional. Por un lado, los pacientes obesos, sobre todo quienes padecen la denominada obesidad de tipo central –con morfotipo en forma de ‘pera’ o piriforme– presentan AOS en un porcentaje que supera el 50%; por el otro, el 60-70% de personas con AOS tienen este problema de exceso de peso, y los pacientes con trastornos de sueño son más proclives a desarrollarlo.

Esto parece relacionarse con el trastorno hormonal y metabólico que causan las apneas durante el sueño. Debido a esas interrupciones de la respiración, disminuye la producción de leptina –hormona que produce saciedad y aumento de la termogénesis o producción de calor– y se incrementa la de ghrelina, que estimula el apetito y la formación de adipocitos (células grasas).

En estas circunstancias, el cerebro establece un procedimiento para ahorrar energía, probablemente de forma equivocada. A ello se suma el incremento en la ingesta de alimentos ricos en grasas y azúcares, y el descenso de la actividad física. Por si fuera poco, el metabolismo de los pacientes con AOS pueden desarrollar resistencia a la acción de la insulina, que en muchas ocasiones desembocará en una diabetes mellitus.

Otra consecuencia de las apneas durante el sueño es la caída intermitente en el oxígeno sanguíneo producida por los eventos obstructivos. Ello provoca una activación cerebral con micro-despertares cerebrales.

Los somnólogos interpretan que estos micro-despertares, en los que el individuo no llega a adquirir una vigilia completa, suponen un mecanismo de defensa del cerebro dormido ante una agresión. Producidos por liberación de catecolaminas (adrenalina), a largo plazo aumentan el riesgo de sufrir hipertensión arterial, angina de pecho, infarto de miocardio, ictus y muerte súbita.

La detección precoz de la AOS y el tratamiento efectivo son una poderosa arma de prevención ante los accidentes cardio y cerebrovasculares. Una sencilla prueba, como es la poligrafía respiratoria, permite confirmar o descartar el diagnóstico. El mejor tratamiento para la AOS es la pérdida de peso, adoptar un estilo de vida saludable y seguir las normas elementales de higiene de sueño.

EL DATO

La mala calidad del descanso nocturno en el paciente con apneas tiene otra connotación fundamental. El sueño fragmentado, superficial, con múltiples micro-despertares y vigilias de breve duración traen consigo que ese sueño no sea reparador, con la consiguiente somnolencia excesiva durante el día.

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