El 1 de septiembre del 2021, Texas se convirtió en el vigésimo Estado de la Unión, y el más grande, en permitir algún tipo de portación no regulada de armas de fuego. Según la nueva ley, la mayoría de las personas mayores de 21 años que no hayan sido declaradas culpables de un delito grave pueden portar una pistola enfundada –oculta o no – en público sin haber recibido algún tipo de entrenamiento ni tener que obtener una licencia.

Tras la tragedia provocada por Salvador Ramos (18) en la escuela primaria Robb de Uvalde, matando a casi dos decenas de niños con armas de alto calibre el pasado el 24 de mayo, la respuesta de los políticos Republicanos de Texas a esta tragedia es sorprendente: culpan a las individualidades y no a la facilidad con la que se pueden conseguir armas en el Estado.

El procurador general de Texas, Ken Paxton, dijo que este tipo se situaciones continuarían sucediendo y que el control de armas no era la solución. El senador Ted Cruz dijo que un incidente como este se politiza casi de inmediato y aseguró que perseguir los derechos que concede la Segunda Enmienda no es efectivo para detener este tipo de delitos. Para el senador Cruz lo efectivo es atacar a los delincuentes, a los fugitivos y a quienes padezcan de enfermedades mentales graves.

Para Dan Patrick, vicegobernador de Texas, la culpa no la tienen las armas sino la ‘cultura de violencia’ en la que vivimos y que se necesita hacer más para mantener alejados a los agresores de los estudiantes, como colocar controles en las entradas de las escuelas y darle armas a los maestros.

Los partidarios de este discurso incluyen al Gobernador Greg Abbott y demás Republicanos del Congreso estatal, que han apoyado la ley aprobada en septiembre del 2021 por considerarla una expansión necesaria al llamado ‘movimiento constitucional a la portación de armas’ que les permite a las personas defenderse con mayor facilidad sin interferencia del Gobierno Federal.

Pero los detractores, incluyendo algunos grupos policiales, funcionarios locales, estatales y hasta federales, que se oponen al discurso Republicano –que justifica el libre y fácil trasiego de armas– cuestionan a los políticos que están a favor de la libre portación de armas como la que usó el autor del fatal tiroteo en Uvalde. El consenso es claro: relajar aún más las restricciones a las armas de fuego es algo imprudente en un Estado en el que se han registrado muchos tiroteos masivos.

Hasta agosto del 2021, los texanos requerían de un permiso para portar una pistola afuera de sus casas y vehículos. Para obtenerlo, tenían que acudir a que les tomaran las huellas dactilares, realizar un entrenamiento de varias horas sobre leyes de armas de fuego y seguridad, y aprobar un examen de aptitudes. Desde entonces, pueden tomar un curso de capacitación en línea que la ley requiere que el Estado proporcione, pero no es obligatorio.

Texas ha sido escenario de varias matanzas en los últimos años. Las más recordadas son las de 2019, donde veintidós personas murieron en un Walmart de la ciudad de El Paso. La masacre fue perpetrada por un joven que portaba un fusil de estilo militar. Dos años antes, una matanza en una iglesia de Sutherland Springs dejó más de dos docenas de víctimas. En 2018, diez personas fueron asesinadas un ataque armado en una escuela de la ciudad de Santa Fe (sureste de Texas).

EL DATO

Días antes de la masacre y tras cumplir dieciocho años, Ramos pudo comprar dos rifles de asalto.

DEBE SABERLO

La ley de tenencia abierta de armas de Texas fue elogiada por la Asociación Nacional del Rifle (NRA), que los días 27, 28 y 29 de mayo celebrará una convención en Houston. Allí, el Gobernador Abbott y los senadores texanos Ted Cruz y John Cornyn están programados como oradores.