Los medios de comunicación han popularizado el concepto de ‘pareja tóxica’ o ‘persona tóxica’; y en las redes sociales hay memes, emojis sobre este tema. Lo cierto es que a diario vemos cómo algunas parejas se separan o tienen conflictos porque uno de ellos es ‘tóxico’, pero ¿cómo reconocer a una persona tóxica?

Esa toxicidad tiene estrecha relación con ciertas formas de personalidad como las narcisistas, histriónicos o manipuladores. También influye el modelo de crianza inadecuado o patrones de conducta no corregidos a tiempo, y que se han normalizado con el paso de los años. Generalmente, los tóxicos (hombre o mujer) hablan con personas parecidas a ellos para reforzar los aspectos que caracterizan su conducta: son seductoras, cautivadoras, desbordantes y llaman la atención de los demás.

Los ‘tóxicos’ funcionan bien en sociedad porque generan adrenalina, endorfinas y eso otorga cierto bienestar al entorno, pero con el tiempo empiezan a evidenciar ciertos rasgos de su personalidad que causan malestar, cruzando la línea de la independencia de criterio individual. Cuando eso sucede: monitorean los tiempos de la pareja y limitan su vida social y su forma de vestir; obligan a sus parejas a pedir permiso o les prohíben salir o trabajar, aislándolos.

El ‘tóxico’ cree que la pareja es su propiedad y la convierten en un objeto. Otros manifiestan necesidad de aprobación, llaman o mandan mensajes todo el día preguntando si los quieren. El gran problema es que los ‘tóxicos’ o ‘tóxicas’ desarrollan una relación de dependencia emocional y posesión que puede escalar hasta el asesinato o feminicidio.