Vamos saliendo de la pandemia no sin mantener algunas precauciones para evitar los potenciales contagios que, aunque estemos vacunados, se pueden dar. Aún así, ya se puede sentir el regreso de la normalidad pre-pandemia gracias al aumento de actividades sociales, deportivas o instructivas, en las que participan niños y adultos.

En la peor parte de la crisis de salud, con las inusuales clases en casa a través de la computadora, muchos padres de familia permitimos que nuestros hijos pequeños se distraigan con los videojuegos. Quizá por empatía con lo insólito de la situación, algunos padres fuimos muy permisivos con el uso de las consolas, un recurso en-casa que permitía la distensión en el hogar.

Sin embargo, la moderación es necesaria e importante porque es tentador para muchos padres que los hijos estén ‘pegados’ a las consolas para evitar que ‘naveguen’ por la Internet, exponiéndose a situaciones desagradables. Pero esa conveniencia tiene un costo muy alto.

Los expertos dicen que los niños no deben pasar más de dos horas al día con los videojuegos porque corren el riesgo de hacerse dependientes de éstos; peor aún: dedicarle mucho tiempo a este pasatiempo puede derivar en episodios de agresividad, depresión o ansiedad cuando los padres deciden poner límites de uso.

El uso indiscriminado de los videojuegos perjudica el cumplimiento de las responsabilidades inmediatas que tienen los niños con la escuela, deteriorando su rendimiento académico. Además, la conducta en el hogar también se menoscaba: la avidez por jugar puede provocar que no duerman bien, menguando su productividad educativa, deportiva y física, además de dañar su salud mental.

Los límites de uso son necesarios porque evitan que los pequeños sean sedentarios. Los especialistas recomiendan que los niños realicen actividades físicas con amigos o hermanos. Estar mucho tiempo sentados, dedicados a los videojuegos, hará que aumenten de peso y que no quieran sostener conversaciones cortas con sus padres y familiares. Esto, en el mediano plazo, es muy perjudicial para su futuro personal y su desenvolvimiento en la sociedad.

Las alternativas al uso desmedido de las consolas de videojuegos dependen de la voluntad de los padres. Otras actividades divertidas en las que pueden involucrarse todos en casa son jugar con juguetes; leer libros; dibujar y pintar; o practicar o aprender algún deporte como el tenis, la natación, softball o ciclismo, entre otros.

EL DATO

Las primeras mentiras de los niños están vinculadas al uso de los videojuegos: sobre el tiempo que pasan jugando –para no ser reprendidos– o para que los dejen jugar más.

DEBE SABERLO

En el ‘top 10’ de las ciudades del país en las que se juega más videojuegos, Austin ocupa el sexto lugar, según un estudio del Pew Research Center.