La terrible herencia social de Trump
Agencias / Cortesía | 1/7/2021, midnight
Desde que entró a la política en 2015, Donald Trump buscó apoyarse en todos los espectros de la derecha estadounidense, dentro y fuera del Partido Republicano, incluida la derecha radical; para eso recurrió a una retórica antiinmigrante, reivindicatoria de las necesidades de los blancos no hispanos, que calzaba con las ideas xenofóbicas, racistas y fascistas de varias organizaciones que, por entonces, tenían un bajo perfil.
Cuando Trump llegó al poder, en 2016, nombró a Steve Bannon como estratega jefe de la Casa Blanca, cuya Web, Breitbart, había sido una plataforma clave para posicionar mediáticamente al supremacismo blanco, bajo un nombre menos tenebroso: ‘derecha alternativa’ (alt right). Este fue un momento de júbilo para los grupos de poder blanco.
David Duke, uno de los líderes del Ku Klux Klan, declaró entonces: “El hecho de que Donald Trump lo esté haciendo tan bien demuestra que estoy ganando”. Y Andrew Anglin, fundador de la Web neonazi Daily Stormer, reveló que todos los nazis de extrema derecha que conocía se habían ofrecido como voluntarios para la campaña de Trump.
Es verdad que los grupos de derecha radical existen en este país desde hace mucho. Pero con Trump en la Casa Blanca, ganaron un protagonismo que nunca antes habían tenido.
Antes del 2016, los grupos de poder blanco eran una fuerza que tenía alguna presencia entre los Republicanos sureños, pero estaban al margen del establishment político: es Trump quien los pone en el centro del Partido Republicano, o al menos como una opción mayoritaria (y viable) dentro del partido.
Es con Trump en el poder que los supremacistas blancos se atreven a realizar la manifestación Unit the Right, en Charlottesville, en agosto de 2017. Con Trump se fortaleció la convención de supremacistas: neonazis, neoconfederados, miembros del KKK y otros, cuyo objetivo fue unificar al nacionalismo blanco. De inmediato se dieron manifestaciones violentas que dejaron heridos y hasta muertos. Ni ante esta evidente muestra del peligroso fanatismo de los radicales de derecha Trump se atrevió a criticarlos. Lo que hizo fue condenar la violencia en general y dijo que ‘había gente buena en ambos lados’.
Solo ante las matanzas de Dayton (Ohio) y El Paso (Texas), cometidas sucesivamente en agosto del 2019, en las que fueron asesinadas, en conjunto, 31 personas, Trump condenó el racismo y el supremacismo blanco ante los medios de prensa.
Pero las evasivas y el silencio volvieron cuando, en medio de las protestas antirracistas por los asesinatos de George Floyd y de Jacob Blake, milicias de extrema derecha salieron a ‘patrullar’ las calles de varias ciudades con armas de guerra con el fin de ‘defender la propiedad’, atacando, ante la menor provocación, a los activistas pro-derechos de los afroamericanos. Por esos días, en Kenosha (Wisconsin) el miliciano Kyle Rittenhouse, de 17 años, asesinó a tiros a dos activistas. Trump lo defendió públicamente y dijo que los manifestantes lo hubieran matado si el joven no se hubiera defendido.
El mensaje que Trump le ha dado a estas personas es que tienen licencia para matar porque entiende perfectamente que son parte de su base política y usa un lenguaje cifrado, indirecto, para no reivindicarlos de manera explícita, pero, al mismo tiempo, no los descalifica.
Hay cosas que siempre se han considerado inaceptables en el discurso sobre raza o inmigración, pero Trump es un líder que ha roto con esos tabúes. Eso ha hecho que muchos sientan que, si el propio presidente lo dice, es que son cosas admisibles para ellos. Los sociólogos lo llaman licencia social.
Sobre el papel, con la derrota del magnate y su inminente salida de la Casa Blanca, se prevé que los grupos de derecha radical perderán fuerza. Sin embargo, lo más probable es que continúen sus actividades cuando él se vaya. Estos grupos no desaparecerán sin importar cuál sea la suerte de Trump. Son un grupo étnico que está encogiéndose cada vez más y su estrategia (y discurso) se perderá a mediano y largo plazo. Sin embargo, durante algunos años, tienen el potencial de causar problemas.
CIFRAS
En noviembre pasado, el FBI reveló que los crímenes de odio en este país habían llegado a su punto más alto en una década. En 2019 se denunciaron 7,314 delitos de odio y se cometieron 51 asesinatos por ese motivo. Por esta razón, la agencia considera hoy al extremismo de derecha como la mayor amenaza terrorista para el país.
EL DATO
En sus cuatro años de gobierno, el presidente saliente ha legitimado el discurso de los supremacistas blancos y, con ello, les ha dado un protagonismo sin precedentes.
DEBE SABERLO
Al hablar de ‘hordas invasoras’ latinas, Trump ha legitimado, indirectamente, una teoría de conspiración según la cual las élites liberales están tratando de convertir a este país en una nación multicultural en la que los blancos serán minoría.