En la primera quincena de febrero, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) recomendaron reabrir las escuelas en el país con uso obligatorio de mascarillas y estrictas normas de distanciamiento social entre estudiantes y profesores.

Una guía de esta agencia federal destacaba la necesidad de cumplir con estándares elevados de limpieza de las instalaciones educativas, higiene personal y el rastreo de contactos si se detectan casos positivos de contagio del COVID-19. Solo así, según los CDC, 55 millones de estudiantes de las escuelas públicas del país podrían regresar a clase.

Sin embargo, un informe posterior reveló que, de no seguir estrictamente las pautas emitidas por las autoridades de salud, la reapertura de las escuelas podría convertirlas en focos de contagio del COVID-19. La investigación desveló que los maestros podrían ser agentes de contagio dentro de las escuelas.

Rochelle Walensky, directora de los CDC, aclaró que la posibilidad de reabrir las escuelas del país, emitida por la agencia que dirige, es una recomendación y no una obligación. Walensky explicó que pese a que las reaperturas no deberían estar sujetas a que los maestros estén vacunados, sí es importante que los Estados de la Unión den prioridad a los maestros y al personal administrativo y de mantenimiento para que el regreso a clases sea más seguro.

EL DATO

Los sindicatos laborales de maestros no están de acuerdo con el regreso a las clases presenciales: temen por la seguridad de sus integrantes.