En todo el país, los tiroteos que involucran a niños y adolescentes han aumentado en los últimos años. Un informe de marzo pasado del Children’s Defense Fund comprobó que las muertes de niños y adolescentes que fallecieron baleados alcanzaron su nivel más alto en 19 años en el 2017 y sigue siendo alto. Los niños y adolescentes de raza negra tienen cuatro veces más posibilidades de morir baleados que los blancos. Activistas y funcionarios gubernamentales dicen que el fácil acceso a las armas contribuye a incrementar la violencia que ha sido exacerbada por la pandemia del COVID-19 y su alto impacto, sobre todo, en la salud mental de los adolescentes de las minorías.