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La inacción en tiempos de pandemia


Agencias / Cortesía | 9/24/2020, midnight
La inacción en tiempos de pandemia
CONSECUENCIA. La actividad física en las personas disminuyó aún más con el aislamiento social debido a la pandemia del coronavirus. Nunca es tarde para corregir. El ejercicio se puede retomar, o iniciar, montando bicicleta en espacios abiertos. |

Al hacer actividad física, las personas pueden ser menos propensas a enfermedades crónicas como la hipertensión, la diabetes o la osteoporosis al tiempo que disminuye los riesgos de patologías degenerativas como la demencia y el Alzheimer. Respecto de la salud mental, el ejercicio evita la ansiedad y genera la disminución del estrés y de la depresión.

El problema es que el aislamiento social provocado por la pandemia obligó a las personas a modificar su estilo de vida. Este cambio derivó en la falta de actividad física debido a que muchos optaron por no salir a la calle a realizar ejercicios físicos para evitar algún posible contagio del COVID-19. Ese mal hábito adquirido, que desafortunadamente se está haciendo común en meses recientes, puede desencadenar una serie de problemas en el organismo de las personas.

Si algo tiene claro la ciencia y la medicina, es que la obesidad es un factor de riesgo extra en caso de contagio. Se trata de un denominador común entre la mayoría de fallecidos en este país y en el mundo. Los pacientes con sobrepeso, hipertensión y diabetes, por su condición física, pasan de ser casos moderados a severos muy rápidamente.

Las personas que no realizan ninguna actividad física de manera adecuada corren el riesgo de sufrir enfermedades crónicas cardiovasculares que, de por sí, ya amenazan la salud y la vida de quienes las padecen. Médicos consultados respecto de cuáles son las complicaciones más comunes que pueden presentarse en el cuerpo de los pacientes contagiados y con sobrepeso coinciden en que son más probables los infartos o fallas cardiacatrónicas; la acumulación de grasas en las arterias e hipertensión. También pueden darse casos de hígado graso (que a larga produce cirrosis), osteoporosis y dolores articulares en las rodillas y columna vertebral.

Por otro lado, la inactividad física en aquellas personas que han padecido de una larga estadía en un hospital para superar al COVID-19 tiene otra consecuencia: la notoria disminución de la masa muscular y por ende, de peso. Estos individuos tienen dificultad para reincorporarse a sus actividades cotidianas porque la masa muscular es lo que nos ayuda a caminar y movernos con facilidad.

Son pocas las medidas preventivas ante la falta de ejercicios. La única forma para que una persona lleve una vida saludable es teniendo una alimentación balanceada. Engordamos porque comemos más calorías que las que requerimos, si estamos realizando menos actividad física quiere decir que tenemos que reducir las calorías de nuestras comidas.

El consumo de productos procesados puede generar problemas como la obesidad y enfermedades crónicas como la diabetes, cáncer y las enfermedades cardiovasculares. Por eso el consumo de ensaladas es vital para tener una vida saludable. Debemos ingerir alimentos como frutas (una en el desayuno, una a media mañana y la otra como postre del almuerzo) y vegetales, además de los seis a ocho vasos con agua. Las frutas y verduras contienen vitaminas y minerales que nos protegen de diferentes enfermedades, además de otros nutrientes de antioxidantes que previenen el cáncer.

LAS CIFRAS

Según la página es.statista.com el porcentaje de adultos sedentarios en Estados Unidos es de 25.6%. En Texas, la cifra es de 32.1%. La pandemia empeoró la situación a nivel estatal y nacional.

EL DATO

Siempre es necesario hacer actividad deportiva. Los ejercicios son un método importante para contrarrestar el sedentarismo, el sobrepeso y la obesidad. Y es mejor que impliquen un mayor gasto calórico

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