Golpe invisible y demoledor
Angela M. Angulo | 3/26/2020, midnight
El coronavirus ha desatado en el mundo una oleada de contagios que amenazan la vida de individuos y la salud pública de ciudades y países enteros.
Hasta el cierre de esta edición, la peste había aniquilado la vida de casi veinte mil personas. El pretérito perfecto simple es literal: quienes hayan fallecido por causa de la pandemia no recibirán los rituales tradicionales. La recomendación es cremarlos, aniquilar su cuerpo porque dentro sobrevive el bicho asesino.
El gran dilema es que las reacciones a esta crisis mundial son variadas. Dos bandos, como siempre: los que creen en lo peligroso de la pandemia y cumplen con las disposiciones de las autoridades, y aquellos que sospechan, niegan o argumentan que se trata de una conspiración, que el mal no es real y que no es necesario respetar las recomendaciones de los especialistas.
Además del factor humano y la depredación de la especie, la pandemia también ha dañado las finanzas de individuos pobres y ricos, y de negocios chicos y transnacionales, en el Centro de Texas y en el mundo entero. Las pérdidas se notarán en el corto plazo y la cruda realidad nos golpeará a todos. Quizá por eso, para evitar el pánico, el caos y la desesperación generalizada, el presidente Trump lanzó aquello de que la economía nacional se reactivará el 12 de abril. Es más una buena intención que una estrategia viable.
Con el correr de los días y semanas descubriremos innumerables nuevas realidades. Ejemplos: una plancha con rollos de papel higiénico, cualquier alimento enlatado o un desinfectante son más valiosos ahora que la ropa costosa y ‘de marca’ (que en estas circunstancias no tienen valor alguno). Los coches de alta gama tienen el mismo valor que el souvenir que se trajo de algún viaje entrañable. Creerse distinto a los demás es, ahora más que antes, frívolo y pueril.
El mensaje es este: todos somos vulnerables al contagio de coronavirus. Los Centers for Disease Control and Prevention (CDC) piden a la población del país acercarse a los centros de salud si usted experimenta los siguientes síntomas: tos, fiebre y cansancio; además de congestión nasal, secreción nasal, dolor de garganta, dolor de cabeza, diarrea, fatiga y dificultad para respirar. Según los CDC, los síntomas del coronavirus podrían aparecer entre dos y hasta catorce días después del contagio.
Son varias las lecciones que podemos sacar de esta incertidumbre; una de ellas es recordar y tener presente siempre, cuando esto pase, lo falaz de creernos demasiado importantes y omnipotentes. En eso coinciden psicoanalistas, filósofos, científicos, analistas políticos y economistas.
EL DATO
Hay varios tipos de coronavirus. El síndrome respiratorio agudo grave (SARS-CoV-2) es el causante del COVID-19, que ha provocado la actual pandemia mundial.