Los videojuegos profesionales se están convirtiendo rápidamente en una industria de miles de millones de dólares, alimentando las esperanzas de que los eSports puedan desafiar algún día a los deportes tradicionales en popularidad y ganancias. Sin embargo, muchos videojugadores aún carecen del tipo de libertad otorgada a los atletas en la NFL o en la MLB, ya que no pueden firmar acuerdos de patrocinio ni obtener honorarios de aparición sin repartir el dinero con las organizaciones que los emplean.

En la economía de los eSports, las organizaciones y los jugadores pueden hacer dinero ganando torneos, pero esa es solo una parte del negocio. Otro factor importante es la creación de contenido: videos y transmisiones en vivo que atraen a millones de espectadores en sitios como Twitch (de Amazon) o YouTube (de Google). Los eplayers, a diferencia de los atletas, necesitan y dependen de las redes sociales.

A medida que algunas ligas de eSports se esfuerzan por parecerse cada vez más a las ligas deportivas tradicionales, la industria puede necesitar decidir si sus jugadores obtendrán los beneficios de las estrellas deportivas tradicionales (sindicatos, negociación colectiva y estructuras salariales rígidas) o si reflejará más el mundo de la música y el entretenimiento, donde los jóvenes creadores a menudo ceden una gran parte de sus derechos e ingresos en su camino a la cima.