Vacuna contra la desinformación
Agencias / Cortesía | 1/10/2019, midnight
Enfermedades que se creían erradicadas como la polio, el sarampión, la rubeola, la viruela o la difteria, que causaron estragos en la Humanidad y empezaron a erradicarse a finales del siglo XVIII, gracias a la acción de las vacunas, han vuelto a emerger en los países desarrollados como consecuencia de la caída de las tasas de vacunación y la libre circulación de personas entre países. En este escenario, ha crecido una tendencia global que niega los beneficios de las vacunas.
El movimiento antivacunas mundial no tiene un solo rostro y tienen diversas creencias respecto de estos fármacos. La mayoría la conforman aquellos que creen que las vacunas pueden causar daños a los receptores y basan sus afirmaciones en información seudocientífica recabada de la Internet, revistas y redes sociales. Otros ven en las vacunas un negocio mundial por el que los laboratorios crean miedo para vender la cura. No tienen en cuenta que, revisando datos históricos, está probado que las vacunas han salvado millones de vidas en el mundo.
En Estados Unidos, estos grupos se han hecho muy poderosos. Eso incidió en que el 2015 se registren cifras preocupantes de casos de sarampión (118), a pesar de que en este país existen múltiples opciones de inmunización. En diversas ciudades del país, como en el Centro de Texas, cada vez son más los casos de padres y madres de familia que se niegan a vacunar a sus hijos contra la polio, el sarampión, la varicela o la tos ferina porque creen que esas enfermedades no son en realidad peligrosas e incluso podrían ser beneficiosas porque creen que contraerlas fortalecerían el organismo de sus hijos.
Los organismos de salud del mundo señalan que cada año las vacunas salvan a por lo menos 2 millones de niños. Y la historia prueba la desaparición de varias enfermedades tras la aparición de las vacunas. Las ideas de los grupos antivacunas son falsas pero hacen dudar a las personas menos informadas.
DATOS
•El movimiento antivacunas tuvo su mayor impulso en febrero de 1998, cuando el médico británico Andrew Wakefield publicó en la prestigiosa revista médica ‘Lancet’ un estudio que aparentemente demostraba que 12 niños habían desarrollado problemas de autismo después de haber sido vacunados con la vacuna triple MMR (sarampión, paperas y rubiola).
• Ni bien publicado, el estudio fue puesto en duda por médicos y científicos. La propia revista se retractó de la publicación por fraudulenta, y posteriormente se comprobó que el médico se había coludido con su abogado para repartir las ganancias de futuros juicios. El daño, a pesar de que el hombre fue desmentido, no pudo ser reparado. Hoy, veinte años después, muchos siguen asociando las vacunas al autismo y siguen creyendo en las afirmaciones de Wakefield.