La morosidad de los préstamos estudiantiles en este país aumentó el año pasado, alcanzando récords consecutivos de 166,300 millones de dólares en el tercer trimestre y 166,400 millones en el cuarto. Las moras continuaron subiendo aún cuando la tasa de desempleo cayó por debajo del 4%, lo que sugiere que el sólido mercado laboral estadounidense no ha generado un crecimiento salarial suficiente para ayudar a algunas personas a hacer frente a sus obligaciones pendientes.

El total de la deuda con pagos atrasados es aproximadamente el doble de la cantidad proporcionada para rescatar a la industria automotriz durante la última recesión.

Los préstamos con un retraso de al menos 90 días se consideran en ‘incumplimiento de pago grave’. El grupo de edad que se está adentrando en esta categoría al ritmo más rápido es el de individuos de entre 40 a 49 años; eso se debe en parte a que los padres piden préstamos para pagar los gastos de sus hijos. Debido a que la

mayoría de los préstamos estudiantiles no están respaldados por el Gobierno Federal, probablemente no perjudicarán la economía como lo hizo la deuda hipotecaria en 2007.

Sin embargo, si los préstamos no se pagan, se registrarán mayores déficits federales.