¿Amores de vacaciones?
REDACCION EL MUNDO | 8/29/2019, midnight
La época de vacaciones es algo maravilloso, casi siempre. En sí, viajar, ir a otros lugares, conocer nueva gente, salir de la rutina y el estrés que nos produce la ciudad o país donde vivimos, tiene algo mágico que en ocasiones da como resultado una aventura amorosa. Pero ojo con eso.
No es lo mismo llamar al diablo que verle llegar. El amor es complicado, casi nunca lo entendemos porque el corazón tiene razones que la razón no entiende. Ese flechazo de Cupido puede ser muy intenso y sentirse muy agradable, pero la realidad es que “para que el amor funcione, amarse no es suficiente”. Eso no quiere decir que debemos usar solo la razón a la hora de elegir pareja, pero tampoco debemos casarnos solo porque estamos sumamente enamorados. Elegir pareja, cómo tener una pareja que funcione, etcétera, es algo que se aprende, debería ser una materia que nos enseñarán desde pre-primario hasta la universidad, y aún no nos graduaríamos.
El amor amerita compatibilidad con quien elegimos como pareja, conocimiento profundo del otro y celebrar las diferencias. Son las diferencias las que nos hacen crecer, y conocer bien la familia del amado. Es esa familia la que nos permitirá comprenderlo. La comunicación y la intimidad son esenciales. Hay que esperar a que se enfríe el enamoramiento y podamos ver ese ser humano sin “idealizarlo”. Ahí es que comienza el verdadero amor.
No es que sea aguafiestas. Por supuesto que hay amores de vacaciones y de verano que funcionan, como los hay amores que comenzaron por internet y funcionan también.
El punto no es cómo empiezan, sino cómo siguen. Y el cómo siguen tiene mucho que ver con lo vivido en la niñez, con los padres que nos criaron. Y, sobretodo, con la calidad de ese vínculo de amor que se crea con las personas que nos aman y que amamos en nuestra niñez. Esto nos acompañará toda la vida. Ese será el mapa que nos conducirá por los caminos del amor y el sexo.
La relación de pareja es lo más difícil del mundo, pero es la que nos puede llenar de placer y felicidad. No se logra como en los cuentos de hadas, así que cuidado con los amores de verano, si no son seguidos de un tiempo de conocimiento profundo y de una espera razonable para saber si va a funcionar.
Tampoco lo haga solo para “pasarlo bien y que se vaya con el verano”, ya que nunca sabemos cuándo el corazón nos traiciona, se enamora profundamente de alguien que no conviene y terminamos como dice la canción de Alejandro Sanz: “Quién me va a curar el corazón partío”.
Esto es lo ideal. Suena lógico, pero por lo general no lo llevamos a cabo. El amor es una divina locura que solo el cura lo cura. Y cuando el cura lo cura, comete una tremenda locura. Cupido es ciego.