No es lo mismo llamar al diablo que verlo llegar
REDACCION EL MUNDO | 4/4/2019, midnight
Hay puntos importantes a tener en cuenta cuando hablamos de infidelidad. El amor de pareja es débil, el mito romántico no es más que ilusión, sobretodo porque nunca nos enseñan cómo amar ni cómo relacionarnos con el ser amado. La materia más importante, que es educarnos para la vida emocional, elegir pareja de forma efectiva, educar a nuestros hijos según la ciencia nos dice, tener una sexualidad integral, responsable y satisfactoria, ha sido olvidada por escuelas y universidades. Estamos sufriendo las consecuencias.
No existe el amor perfecto ni la persona ideal. Aún así es bueno tener presente que la insatisfacción (no necesariamente la sexual) y la infidelidad van casi siempre de la mano. Toda relación de pareja tiene “pequeños agujeros” por los que cabe un tercero. Mantenga esos agujeros lo más pequeños posibles, si no quiere un triángulo que nunca termina bien y donde todos salen sufriendo.
Las relaciones de pareja deben ser asertivas, con una comunicación directa, con franqueza, sin miedo o temores, donde se habla lo que molesta. Si se dice lo que se siente y lo que se piensa, tienen futuro porque es mejor reaccionar y decir lo que se siente a tiempo.
“Cuando atacamos la deslealtad con deslealtad, la mentira con mentira, la deshonestidad con deshonestidad, perdemos autoridad moral” (Walter Riso, Jugando con fuego).
Los legados familiares: Hay sujetos que no llegan a entender nunca la fidelidad. Existe un permiso en ciertas familias, desde que el niño nace, para ser infiel.
“Nadie niega que los hombres tenemos una marcada tendencia a desear, perseguir y seducir mujeres, pero esto no justifica que actuemos como simios, dejando a nuestro paso un reguero de hijos y personas psicológicamente afectadas” (Walter Riso, Jugando con fuego).
Aunque la infidelidad es una “enfermedad” que se encuentra en todas partes, debemos luchar contra ella. El daño que se le hace a los hijos es bien patente y, por ende, a la sociedad.
Lo más recomendado ante problemas en la pareja es quedarse con el compromiso mutuo de buscar ayuda y solucionar los conflictos. O irse sin engaños y deshonestidad, limpiamente, pero por lo general esto no sucede dando cabida a “el amante”. Entonces terminamos entendiendo, al final, que ¡no es lo mismo llamar al diablo que verlo llegar!
Los amantes, sin saberlo, son el sostén de la relación de triángulo en la que participan, le dan equilibrio. El amante o la amante contribuye a bajar la ansiedad, hace la relación más soportable, al dar lo que el esposo/a no es capaz de dar. Están atrapados y sin salida, “ni contigo ni sin ti tienen mis males remedio, contigo porque me matas y sin ti porque me muero”.
Recuerde: todos estamos en riesgo, todos podemos ser infieles si tenemos muchos agujeritos sin trabajar ni atender. Busque ayuda urgente mientras investiga que lo lleva a la infidelidad, qué vacíos está llenando ante el amante. ¡Salir corriendo a tiempo y no jugar con fuego, es lo ideal!