Quedarse obsoletos es poner en riesgo la empresa
REDACCION EL MUNDO | 9/13/2018, midnight
Toda organización debe evolucionar constantemente para adaptarse a la sociedad cambiante en la que desempeña su actividad. El mundo es cambio, y los líderes deben actuar en consecuencia si no quieren quedarse obsoletos y poner en riesgo sus empresas. Pero la naturaleza humana es reticente y tiende a instalarse en su zona de confort, en el ámbito de lo conocido y en la seguridad. El papel del líder es esencial para movilizar a los equipos hacia el éxito.
Los procesos productivos que funcionan hoy pueden necesitar optimizarse mañana. Sin embargo, los cambios suelen generar inquietud en los equipos de trabajo. Es normal, desde la infancia interiorizamos hábitos y rutinas que nos proporcionan seguridad, el conocimiento de qué va a ocurrir a continuación en nuestras vidas, los horarios establecidos. Por eso tememos lo desconocido y nos genera ansiedad el futuro. Pero cualquier persona ante el cambio debe tener un entrenamiento para no quedarnos anclados y un ejercicio para poner en práctica nuestras habilidades emocionales, intelectuales, profesionales…
«Un hombre no mide su altura en los momentos de confort, sino en los de cambio y controversia», decía Martin Luther King. Los líderes empresariales deben saber liderar los cambios de manera que permitan mejorar los procedimientos de trabajo y la productividad, aunque sin dejar de lado los sentimientos de las personas reticentes, inseguras o temerosas. Es esencial motivar al equipo y vencer sus resistencias.
¿Cómo lograrlo?
1. Comunicar la necesidad del cambio. Las personas deben saber por qué y para qué hay que cambiar. Si ignoran los objetivos, no tendrán ninguna razón para luchar por ellos. Es preciso explicar detalladamente los beneficios si queremos que el equipo entienda la necesidad de cambiar.
2. Informar de la estrategia. El segundo paso es hablar claramente de la estrategia para conseguir los objetivos propuestos, qué supondrá para la empresa globalmente, pero también para el equipo y las personas que lo conforman. Hay que hablar de cuánto va a durar, con honestidad, y cuáles son las posibilidades de éxito.
3. Pedir la participación. La mejor forma de motivar al cambio es hacer que las personas se sientan parte de él. Hay que hacer que todos sean importantes, tener en cuenta sus opiniones y reconocer su iniciativa. Los líderes no lideran solos, trabajan en equipo.
4. Proporcionar formación. Uno de los principales temores de los trabajadores ante los cambios es dejar de ser competentes en un ámbito en el que antes lo eran. Para evitar esta inseguridad es preciso asegurar la formación o el mentoring cuando sea necesario.
5. Compensar el esfuerzo. Entre los principales motivos de resistencia al cambio está la carga de trabajo. Es normal que toda renovación lleve aparejado un esfuerzo extra y eso hay que recompensarlo no solo con un reconocimiento verbal y público, que también, sino con otras medidas posibles: económicas, flexibilidad horaria, etc.
Por último, no hay que olvidar que el objetivo final del líder debe ser que el cambio se instale en la cultura empresarial.