La persona que tiene la idea de que su pareja puede estar engañándola se convierte en ‘stalker’ y busca ‘evidencias virtuales’ (en las redes sociales) para intentar comprobar que el otro miente.

Cuando se revisa el teléfono de la pareja o se le exige que muestre su actividad en las redes sociales se evidencia un problema grave de celos e inseguridad, que tarde o temprano arruinará la relación.

Este control desmedido es interpretado como una ‘muestra de amor; al principio; sin embargo, es el primer síntoma de agresión a causa de los celos.

¿Deben las parejas compartir contraseñas y acceso libre a sus redes sociales? No. Cuando uno está en un relación, asume que la pareja adquirió el mismo compromiso de lealtad. Y el teléfono móvil, y por ende las redes sociales, son un espacio privado que se debe respetar, como la correspondencia, el bolso, los diarios o la agenda. Es necesario que existan esos espacios personales.

Si él o ella inicia la revisión del teléfono móvil del otro, comienza también el hundimiento de la relación, ya que por cada revisión perderá algo de su propia vida. Y lo peor es que si la persona no encuentra nada, esa ineficacia en su búsqueda le llevará a redoblar la ‘apuesta’ hasta convertirla en una obsesión, y cuando eso pasa no hay forma de sacarse la idea de la cabeza, revisando compulsivamente las pertenencias del otro.