Una esperanza de vida


Marlon Gomez | 3/8/2018, midnight
Una esperanza de vida
AYUDA. Si bien el amor de una madre es incondicional, Alexandra fue sorprendida con el apoyo de su hija Alejandra (19), quien se tomó un año sábatico de la universidad para poderla cuidar durante su recuperación. |

“Señora Ceballos, encontramos un donante compatible”, así comenzó la conversación telefónica el lunes 21 de agosto a las 5 de la tarde. Para muchos, esta es la llamada que esperan ansiosamente. Para Alexandra Ceballos era un mal chiste. “En mayo del año pasado me habían llamado con la misma noticia y la alegría fue increíble, pero al día siguiente me dejaron saber que le habían dado prioridad a un chico de 18 años que estaba en situación de emergencia. Después de haberme ilusionado, perdí la esperanza”.

Cuando la llamada se repitió tres meses más tarde, Alex, como la conocen sus allegados, esperaba el mismo desenlace. Después de casi cuatro años de espera por un riñón, se había acostumbrado a la idea de pasar el resto de sus días (por muchos o pocos que fueran), sometiéndose a diálisis, pensando que su donante nunca llegaría. Pero ese lunes fue su día de suerte.

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ETAPAS. Distintos momentos en el tratamiento de Alexandra.

La amarga espera

A principios del 2014, Alexandra fue diagnosticada con la enfermedad poliquística renal; sus riñones no funcionaban como debían y desde entonces se sometió a diálisis tres veces por semana.

En el 2015, un error en el procedimiento de rutina la dejó en estado de coma por varias horas, haciendo que cada día fuera incierto para ella. “Todos los días tenía el miedo de ir a terapia y no despertar”.

En los últimos dos años de espera, debió someterse a catorce cirugías. El catéter permanente que le fue colocado en el antebrazo se obstruyó y dos intervenciones más tarde debieron retirarlo por infección. Dos mecanismos más le fueron instalados en la yugular y luego otro catéter en el brazo.

Dolor y esperanza

Después de haber pasado por tanto, su esperanza fue mínima. “Cuando me dijeron que habían encontrado el riñón, yo estaba viendo una película con mis hijos. Al colgar la llamada, terminamos la película y luego hice la cena. El teléfono volvió a sonar a las 7:15pm. y me dijeron que debía registrarme de emergencia en la Unidad de Cuidados Intensivos a las 9pm. Mis hijos y yo corrímos preparando todo y a esa hora estaba en el hospital”.

A las 8am. del martes 22 de agosto inició una cirugía de ocho horas de duración en la que Alexandra Ceballos recibió el órgano donado. Si bien lo anticipó como uno de los momentos más felices de su vida, jamás imaginó el dolor. “Nada por lo que pasé se compara al dolor que sentí en esta operación. Lloraba cuando nadie me veía y hasta llegué a preguntarme por qué me sometí a este procedimiento si ya estaba acostumbrada a la diálisis”.

El dolor no fue sólo corporal; el transplante también dejó una turbulencia emocional. “Cada movimiento que daba era con cuidado, cada cosa que hacía era con temor a dañar el órgano. Muchas veces pensaba que si mi cuerpo rechazaba el órgano sería un desperdicio, que en vez de dármelo a mi pudieron haber salvado a alguien más. Piensas tantas burradas, que no sabes ni de dónde vienen esos pensamientos”, confiesa Alexandra.

Pero poco a poco el dolor pasó y las emociones se apaciguaron para dar inicio a una nueva perspectiva de vida. Para Alexandra, los días de diálisis y el temor a volver a perder la conciencia conectada a una máquina terminaron.

Los cambios son pequeños, pero representan un nuevo sentido en su vida. “Mi hija me llevó un tazón de sandía para mi sola en el hospital y no podía creer lo que estaba comiendo. Con cada bocado me daba miedo porque pasé tanto tiempo sin poder comer cosas como la sandía y las bananas. Cuando llegué a casa pasé días comiendo jitomate y aguacate. Ahora como aguacate todos los días, hasta el punto que mi hija me regaló calcetines de aguacate para Navidad”, cuenta entre risas.

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FE. “Había perdido la ilusión de tener nietos, ahora pienso que sí podré ver a uno de mis hijos hacer su familia y conocer nietos y hasta verlos crecer”.

Regalo con responsabilidad

Después de haber experimentado el estado de coma durante una diálisis, Alexandra Ceballos despertaba cada día pensando que quizás ese sería el último. Ahora, tiene esperanzas de vivir. “Había perdido la ilusión de tener nietos, ahora pienso que sí podré ver a uno de mis hijos hacer su familia y conocer nietos y hasta verlos crecer”.

Las terapias y medicamentos a los que se sometía le restaban energía por lo que Alexandra sentía que vivía en un constante estado de somnolencia. Ahora, disfruta haciendo planes con sus hijos; ahora sale y disfruta de la vida con ellos.

Meses antes del transplante, Alexandra se reencontró con un amor de la infancia que tuvo cuando vivía en México. Él se mudó a Austin y ahora tienen una relación que crece poco a poco. En seis meses espera que le puedan remover el catéter del brazo y ansía el día en el que pueda volver a trabajar y llevar una vida normal.

Alexandra sabe que todo esto se lo debe a la difícil decisión que otros tomaron. “Recibí un regalo de vida, pero ellos perdieron a un ser querido”. El donante fue un hombre de 38 años que murió en un accidente de tránsito en San Antonio. Su familia tuvo que tomar la decisión de donar sus órganos o conservar sus restos intactos. Eso es todo lo que sabe de él y de ellos.

“Pienso que si a mí me tocara tomar esa decisión con un ser querido, haría lo mismo. Me gustaría saber que esa persona pudo dar vida más alla de la de él o de ella”.

Alexandra tiene la oportunidad de escribirle una carta a los familiares de su donante, pero siente temor y sabe que debe tener cuidado en no expresar algo que pueda ofenderlos o herirlos. “Sólo quiero que sepan que estoy muy agradecida. Gracias a su decisión tengo la oportunidad de disfrutar con mis hijos, verlos crecer y tener una nueva vida. Me voy a cuidar mucho para que sepan que no voy a desperdiciar este regalo que me han dado y así honrar la vida que ellos perdieron”.

LA FRASE

“Quiero que los donantes sepan que gracias a ellos puedo disfrutar con mi familia”.

EL DATO

Aunque todo marcha bien después del transplante, Alexandra sabe que los primeros tres años representan en periodo de riesgo de que su organismo rechace el riñón.

LAS CIFRAS

El Departamento de Salud y Servicios Humanos revela que:

116 mil

hombres, mujeres y niños están en la lista nacional de espera de transplantes.

8

vidas pueden salvarse por cada donador que muere en condiciones que permiten transplantar sus órganos.

95%

de los adultos en este país dicen estar a favor de la donación de órganos, pero sólo 54% se inscribió como donante.

10

minutos pasan para que otra persona se sume a la lista de espera de un transplante.

3

de cada mil personas mueren en circunstancias que podrían dar lugar a una donación de órganos.

20

personas mueren cada día esperando un trasplante.

19%

de los pacientes en lista de espera son hispanos.

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