Aunque la mayor frecuencia se observe entre los 60 y 80 años, no hay una edad específica para sufrir un infarto o un paro cardíaco, ya que éste le puede ocurrir a cualquiera, incluso a quienes parecen gozar de buena salud.

El paro cardíaco ocurre cuando el corazón deja de latir repentinamente, ocasionando que la sangre no llegue al cerebro ni al resto del cuerpo. Se debe tener siempre presente que un paro cardíaco es una emergencia médica, ya que de no tratarse en minutos generalmente provoca la muerte.

El paro cardíaco no tiene síntomas. De golpe, el paciente pierde conocimiento y necesita de reanimación pronta. El infarto del miocardio, sin embargo, se caracteriza por un dolor retro-esternal de fuerte intensidad que se puede irradiar al brazo izquierdo, a veces a la mandíbula al cuello y puede estar acompañado de sudoración fría, nausea y a veces vómito. Entre los factores de riesgo que pueden desencadenar un infarto se encuentran sufrir de diabetes, hipertensión arterial, colesterol elevado, obesidad, estrés, tabaquismo, sedentarismo e historia familiar prematura de enfermedad cardiovascular.