Para los hispanos, los estragos letales de la violencia con armas de fuego, sobre todo para los jóvenes, constituye una crisis recurrente. Según un estudio del Violence Policy Center (VPC), entre 1999 y 2015, cerca de 54,000 hispanos fueron asesinados con armas de fuego en este país, con un promedio anual de más de 3,100 muertos por armas de fuego.

El informe encontró que de los 53,788 hispanos muertos con armas de fuego entre 1999 y 2015, las dos terceras partes correspondieron a homicidios (35,553 o 66%), mientras que 15,593 fueron suicidios (29%). Además, 981 muertes por armas de fuego fueron no-intencionales (2%) y 1,661 (3%) ocurrieron en situaciones cuya intención no se pudo determinar o por intervención legal.

Las personas que trabajan para reducir la violencia en sus comunidades, desde dirigentes comunitarios hasta formuladores de políticas, necesitan de la mejor información disponible, no sólo para entender mejor los problemas que están enfrentando, sino también para establecer qué enfoques preventivos son más efectivos. Sin embargo, los grandes vacíos que hay en la forma como se recolectan los datos no solo impide conocer el verdadero alcance de esta crisis, sino que merma la capacidad para enfrentarla efectivamente. PR Newswire