A la luz de los datos oficiales, la inmigración neta de mexicanos, el grupo más grande de inmigrantes legales e indocumentados que se asentó en este país durante las últimas cuatro décadas, terminó. La población inmigrante de origen mexicano alcanzó su punto máximo el 2007, con alrededor de 12.75 millones de personas, pero desde entonces ha disminuido en 1.1 millones. Durante la última década, un gran número de mexicanos regresaron a su país, y un número moderado de mexicanos llegó a través de canales legales, lo que lleva a una disminución neta.

En la actualidad, la inmigración ilegal por la que Donald Trump está molesto proviene casi en su totalidad de Centroamérica. Debido a la violencia, la inestabilidad política y las perspectivas económicas poco prometedoras, un creciente número de personas de los llamados países del Triángulo Norte (El Salvador, Guatemala y Honduras) han realizado la peligrosa travesía hacia el norte a través de México, en busca de refugio y trabajo en este país.

Hay razones para pensar que esta migración masiva centroamericana, al igual que su predecesora mexicana, disminuirá pronto. En primer lugar, al igual que en México, las tasas de fertilidad total en los países del Triángulo Norte están disminuyendo.

Los tres países han hecho la transición a familias pequeñas y El Salvador se encuentra por debajo de la tasa de reemplazo. Eso significa que a medida que la generación actual envejezca, habrá más presión para permanecer en el país.

El problema de los niños no acompañados en la frontera es complejo, y se espera que Donald Trump lo maneje mejor en el futuro, pero Estados Unidos no está en peligro de ser inundado por centroamericanos.