Madre latina reclama justicia
Marlon Gomez | 8/2/2018, midnight
La vida cambió drásticamente para Virginia López el pasado 6 de abril, día que recibió la noticia que ninguna madre quiere escuchar: su hijo, Aldhair López, ‘Nano’ de 19 años de edad, había perdido la vida en un accidente de tránsito.
Antes del 6 de abril, recuerda Virginia, cada noche después del trabajo, Nano, como le decían de cariño, coincidía con ella. El joven trabajaba jornadas vespertinas en un supermercado de Elgin, mientras ella lo hace en un restaurante. Las jornadas de ambos convenían y llegaban a casa en horarios similares.
Las noches de Virginia consistían en hablar de su trabajo, de su familia, de las metas de Nano y sus deseos de casarse en el próximo invierno. Nano, con su sentido del humor característico, le hacía reír todos los días. Juntos cenaban y un par de horas después se despedían con un ‘te quiero mucho’.
A raíz de esta lamentable pérdida, Virginia ha sido diagnosticada con depresión y problemas de presión sanguínea. A esto se une su reclamo de justicia, que no la deja tranquila un segundo. “Nunca me imaginé que tendría que hacer esto (una entrevista) para pedir justicia; pensé que sería un proceso más sencillo porque ya tenían a la persona que le quitó la vida a mi hijo. Ahora tengo el dolor de haber perdido a mi hijo y tengo que batallar para que los culpables reciban una sentencia”.
La conductora que causó el accidente de Nano el pasado 10 de julio no está detenida en una celda: salió en libertad y espera la audiencia preliminar en la que se le podrían imputar cargos de asesinato involuntario.
El 6 de abril
Fue un día como cualquiera. Nano limpió su cuarto, lavó su coche y se fue al trabajo. Su jornada terminó y su novia, Devanny (17) le preguntó si podía llevarla a la tienda a comprar unos productos de maquillaje para prepararse para su baile escolar de fin de año. Aldhair, servicial como siempre, aceptó y se dirigió a su casa. Devanny y su hermana menor subieron al coche y partieron a la tienda.
Aproximadamente a las 9:20pm. una luz roja los obligó a detenerse. Estaban en la intersección de la Texas 95 con la 290. Delante de ellos otro vehículo esperaba el cambio de luz.
Inesperadamente, a su izquierda, un coche que parecía volar chocó contra ellos y siguió hasta impactar el otro lado de la 290. Nano perdió la vida en el lugar del incidente, mientras su novia y la hermana menor de ella resultaron heridas y fueron trasladadas al hospital.
A escasas millas del lugar, Virginia y su esposo cenaban. La madre llamó al celular de su hijo para preguntarle si quería que le llevara tacos para cenar, pero él no contestó. De regreso a casa vieron el accidente y se acercaron para saber qué había sucedido.
“Una mujer me dijo que las víctimas eran dos muchachas y un muchacho, que un vehículo los había chocado a toda velocidad. Luego vi al padre de Devanny que me preguntó cómo estaba Nano y entonces entendí que algo muy malo había pasado. Traté de acercarme, pero no me dejaron. Lo vimos en el carro, yo pedía que lo sacaran y me decían que no podían, que estaban haciendo la investigación. Les pedí que me dejaran verlo y me decían que no mientras lo cubrían con algo azul. Yo no entendía lo que estaba pasando y les pedía que lo ayudaran, hasta que un oficial se nos acercó y nos mostró su licencia y nos dijo que había muerto. Aún no entiendo por qué me dejó mi hijo”.
¿Dónde está la justicia?
Las autoridades les pidieron dejar la terrible escena, obligándolos a cruzar la calle. Junto a una ambulancia vieron a una mujer, pero no sabían quién era, mucho menos se imaginaban que era la presunta responsable de la tragedia. Su nombre es Terry Nelson, una mujer de 59 años que hasta hace un par de años trabajaba en la sede de la Policía de Elgin como operadora telefónica.
De acuerdo a testigos, Nelson manejaba con exceso de velocidad. La vía tiene un límite de 50 millas por hora y testigos aseguran que su coche se desplazaba a más de 100 millas. Al cierre de esta edición no se sabía por qué Terry Nelson perdió el control de su coche, se salió de la vía y cruzó en sentido perpendicular hasta impactar al coche de Nano López. La mujer, que no sufrió heridas profundas, se bajó de su automóvil y caminó para alejarse del lugar cuando un oficial de la policía la encontró.
De acuerdo a reportes oficiales de esa noche, Nelson comenzó a hablar de Dios sin mencionar palabra alguna sobre el accidente, caminaba sin estabilidad y hablaba para sí, lo que llevó a los oficiales a deducir que manejaba intoxicada. Nelson se rehusó a pasar la prueba de alcoholemia, pero gracias a una orden judicial pudieron hacerle un examen de laboratorio. El resultado: su sangre no arrojó rastros de alcohol o de alguna otra sustancia tóxica.
“No lo puedo creer; una persona normal sabe lo que hace y a qué límite de velocidad maneja, pero ella no solo se pasó el límite un par de millas ¡iba al doble y un poco más!”, dice incrédula Virginia López.
Terry Nelson fue arrestada esa noche bajo cargos de asesinato involuntario y por manejar intoxicada. Tras noventa días privada de su libertad se esperaba su audiencia para ser imputada por estos cargos, pero el juez le concedió la libertad a la espera de reportes formales. “Nos dijeron que no había testimonios, que el juez sólo tenía el reporte policial”, dice Virginia.
He aquí una irregularidad preocupante. De acuerdo a indagaciones realizadas por Virginia en la fiscalía, con apoyo de abogados y de oficiales de la policía, se sabe que el detective encargado del caso no presentó las fotografías ni las declaraciones de los paramédicos ni de los oficiales presentes en la escena del accidente. Esto, sumado a los resultados del laboratorio, causaron un retraso en el proceso judicial.
“No quiero pensar que porque somos latinos nos dieron un trato distinto; no quiero pensar que la están encubriendo porque ella trabajó con la policía de Elgin, pero lo que sí sé es que no han hecho el trabajo como debían y que ahora tengo que luchar por lograr justicia para mi hijo y para que ella no vuelva a cometer un acto como éste”.
Desde que la presunta responsable de la muerte de Nano salió en libertad, Virginia ha organizado marchas para exigir justicia, ha recolectado firmas, ha pedido ayuda a los medios de comunicación, y se ha asesorado con abogados y funcionarios públicos buscando que le den una sentencia ejemplar a la persona que cegó la vida de su hijo.
“Ella no sabe el daño que nos hizo. Este es un dolor que nunca imaginé que podría existir. A veces no quiero ni levantarme, pero no me cansaré de pedir justicia para mi hijo. Una madre hace por sus hijos lo que tenga que hacer. Hay quienes preguntan si me da miedo que me hagan algo, pero yo sólo estoy pidiendo lo correcto ¡justicia para mi hijo!”.