Como su nombre lo indica, una pausa activa es un momento de activación que permite un cambio en la dinámica laboral, donde se pueden combinar una serie de movimientos para ayudar a fortalecer el cuerpo.

Estas pausas se deben realizar por lo menos dos veces al día, con una duración de 5 a 10 minutos. En este período de tiempo, el cuerpo obtendrá la energía necesaria para continuar con las actividades laborales de forma normal.

Realizar estas pausas de manera diaria disminuye el estrés, mejora la postura, estimula la circulación, favorece la autoestima, la capacidad de concentración, el desempeño laboral e incluso promueve la integración social.

Comenzar con esta rutina es fácil y no necesitas ropa especial. Puedes practicarlas al inicio de tu jornada de trabajo, durante los descansos y antes de terminar el día. Prueba subiendo y bajando las escaleras, estirándote y moviendo en círculos las manos y el cuello. Si tienes la posibilidad, sal a caminar a un parque o por los corredores de la oficina. Es importante que durante estos descansos, tu respiración sea lo más profunda, lenta y rítmica posible.