Correr, atacar, trabajar en equipo para anotar puntos, derrumbar al enemigo y perseguir a una ‘snitch’ humana forman parte de la práctica de este deporte que nació en libros de magia, pero que se ha convertido en una disciplina internacional.

Quidditch es el nombre de una práctica deportiva inventada en 1997 por la autora británica J.K. Rowling, que forma parte de las aventuras de Harry Potter y que se ‘juega’ volando en escobas y persiguiendo o esquivando pelotas animadas. Este deporte mágico pasó de los libros a la realidad en el 2005 cuando un grupo de fanáticos de la Universidad de Middlebury (Vermont) adaptó las reglas del juego ficticio para poder ‘jugarlo’.

A la fecha, este deporte cuenta con tanta popularidad, que año a año se celebran en este país una copa nacional y cada dos años equipos del mundo entero se enfrentan en un torneo internacional.

El juego

Debido a la ausencia de magia, el juego original se ha modificado en la versión ‘muggle’ (humano). El quidditch se juega en un campo con porterías a cada lado; las mismas consisten en tres aros situados a diferentes alturas.

Para anotar, los jugadores deben pasar el ‘quaffle’ (balón) entre miembros del equipo y hacerlos pasar por los aros. La complicación está en que cada deportista debe llevar un tubo de PVC entre sus piernas mientras corre, simulando una ‘escoba voladora’.

Cada equipo cuenta con tres ‘cazadores’ que son los responsables de pasarse la ‘quaffle’ y anotar puntos. Cada gol vale 10 puntos.

El ‘guardián’ tiene una función semejante a la de un portero, ya que debe defender los aros de su equipo para evitar una anotación.

Los equipos también cuentan con dos ‘golpeadores’, quienes juegan con una ‘bludger’, un balón con el que deben golpear a jugadores del equipo contrario para proteger a sus compañeros de los ataques de los otros ‘golpeadores’.

Por último, el quidditch tiene un ‘buscador’ por cada equipo. Ellos tienen una tarea diferente, ya que deben perseguir a la ‘snitch’. En este juego mágico, ésta es una pequeña ‘pelota con alas’ que vuela velozmente a través del campo. En la versión humana, la ‘snitch’ es un jugador neutral, vestido de amarillo y con una pelota colgando de su vestuario, que corre para evitar ser atrapado. Cuando un ‘buscador’ logra atrapar la pelota, el juego termina y esta anotación vale 30 puntos para su equipo.

La magia

“Es una mezcla de dodgeball, rugby y baloncesto”, dice Tess Acosta, miembro del equipo de la Texas State University, quien se confiesa fanática de la saga de Harry Potter desde que era una niña. “Mi mamá me leía esas historias antes de ir a dormir”.

Tess explica que ésta es una disciplina exigente, que requiere entrenamiento constante, estrategia y trabajo en equipo. Pero para ella, lo mejor de ser parte de la práctica del quidditch es que la comunidad que lo sigue es abierta y calurosa.

“Practiqué teatro cuando estaba en la escuela y sólo el quidditch me ha dado esa sensación de estar en familia con mis compañeros. La comunidad que lo practica y los fanáticos son personas muy amables que aprecian la diversidad. Cada equipo es conformado por hombres, mujeres y personas de todos los géneros son bienvenidos, sin importar sexualidad, raza, nacionalidad o religión”.

Y a pesar de lo que muchos podrían pensar, no todos los jugadores de quidditch son fanáticos de los libros de Harry Potter. “Yo sí he leído todos los libros, recuerdo que leí la primera historia cuando estaba en cuarto grado y luego mi madre y yo nos hicimos seguidores de la saga”, cuenta Steven Gralinski, capitán del equipo de la Texas State University.

Steven señala que no todos los jugadores han leído los libros o visto las películas del niño mago: “Algunos miembros se han unido por el aspecto físico, ya que este es un deporte que exige gran esfuerzo y resistencia. El mayor reto es jugar con un tubo entre las piernas. Ninguna otra disciplina te prepara para eso”.