Una persona que tiene el síndrome de la vejiga hiperactiva está siempre pendiente de la cercanía de los servicios higiénicos. Lo normal es que varones y mujeres vayan a orinar entre tres y cinco veces en la mañana, más de ochos veces es una señal de alerta. En la noche lo ideal sería que no nos despierten las ganas de miccionar, pero si el sueño se interrumpe más de dos veces por esta causa, hay que preocuparnos.

Los síntomas se pueden confundir con infecciones urinarias, diabetes o incontinencia urinaria. Así como el corazón puede tener una taquicardia y se contrae rápidamente dando palpitaciones, la vejiga hiperactiva tiene contracciones del músculo, no inhibidas por el cerebro, y por eso dan ganas de ir al baño a cada momento. Las preguntas en consulta con el urólogo sirven para llegar a diagnóstico correcto, pero el examen de la urodinamia, que mide la presión de contracción y relajación de la vejiga, no se equivoca.

La vejiga hiperactiva puede provocar limitaciones sociales, laborales e interpersonales, ya que la persona se aísla y evita las reuniones, ya que siente angustia y vergüenza de sus deseos incontrolables de ir al baño. Este trastorno no tiene cura, pero sí es controlable. El tratamiento puede ser farmacológico y psicológico, si es un paciente nervioso que experimenta angustia y ansiedad muy seguido.