Tensa calma en el Archipiélago Coreano
Agencias / Cortesía | 7/13/2017, midnight
El 4 de julio, el régimen del presidente de Corea del Norte, Kim Jong-un, probó su primer misil intercontinental viable, capaz de alcanzar Estados Unidos, sobre aguas japonesas. La respuesta de Estados Unidos fue inmediata: “La paciencia con Corea del Norte se agotó. Habrá una respuesta bastante severa”, dijo Donald Trump.
Sin embargo, Estados Unidos no quiere contribuir a provocar un conflicto con Corea del Norte porque Seúl (Corea del Sur) podría ser alcanzada en segundos. Una de las ciudades más densamente pobladas del mundo está muy cerca de los misiles de Kim Jong-un.
El mayor miedo para Estados Unidos ante una posible escalada bélica con Corea del Norte no son sus misiles de largo alcance ni sus submarinos de propulsión diesel o sus viejos cazas soviéticos, sino toneladas de obuses en el lado norte de la Zona Desmilitarizada (DMZ) que podrían provocar una tragedia en Seúl.
A menos de 25 millas de la frontera con Corea del Norte, Seúl está a merced de 15,000 cañones artilleros norcoreanos, contra los que las fuerzas estadounidenses o surcoreanas tienen poca capacidad de respuesta en un primer momento, a excepción de un ataque preventivo. Un primer golpe norcoreano podría ocasionar un alto número de víctimas mortales y desatar el caos en Seúl y ciudades aledañas.
El régimen de Kim Jong-un difícilmente podría, como suele amenazar, ‘reducir a ceniza’ a Seúl, pero el daño sumiría a una de las más importantes economías asiáticas en una grave crisis y pondría a Estados Unidos, Japón y China en un camino de escalada hacia una guerra abierta en la Península de Corea.