El silencioso cáncer de vejiga
Agencias / Cortesía | 7/13/2017, midnight
A diferencia del cáncer de mama o próstata, el cáncer de vejiga no es muy frecuente en la población. Sin embargo, al ser una enfermedad con síntomas que pueden pasar desapercibidos hay que prestarle la atención que merece para preservar la salud. El síntoma más común del cáncer de vejiga es la presencia de sangre en la orina (hematuria), las excesivas ganas de ir al baño y dolor al orinar.
Si usted o alguien que usted conoce tiene estas señales, debe visitar a un médico especialista cuanto antes. El doctor realizará un examen físico exhaustivo como parte de los test diagnósticos e incluirá preguntas acerca de su historia familiar, de su historia personal y de los factores de riesgo. Los test más comunes para diagnosticar cáncer de vejiga son: cistoscopía y citología. Con una una prueba de cistoscopía (ver el interior de la vejiga y uretra mediante una micro cámara) se puede detectar algunas irregularidades.
El tratamiento de esta enfermedad depende del estado clínico que presenta el paciente y puede contemplar desde una cirugía, quimioterapia, radioterapia e inmunoterapia sistémica con fármacos muy novedosos, hasta terapia intravesical.
Recientemente en la Reunión Anual de la Sociedad Americana de Oncología Clínica-ASCO, los especialistas confirmaron los excelentes resultados de tratamientos con inmunoterapia en cáncer de vejiga avanzado, en donde los protagonistas son el pembrolizumab y el atezolizumab. Estos fármacos logran que de diez personas con cáncer avanzado, tres respondan y alarguen su tiempo de vida. El paciente también puede recibir en paralelo un manejo paliativo y de soporte del dolor para aliviar los síntomas y los efectos colaterales.
Este es el perfil de las personas que podrían estar en riesgo de contraer cáncer de vejiga:
• Los mayores de 50 años. El promedio de edad en que se diagnostica es de 73 años.
• Aquellos que fuman.
• Quienes han estado expuestos a ciertas sustancias químicas industriales.
• Personas expuestas al polvo del diesel.
• Quienes padecen o han padecido infecciones crónicas de la vejiga.
• Aquellos con una historia familiar de cáncer de vejiga.
• La irradiación previa de la pelvis por alguna otra enfermedad.
• El uso previo de quimioterapias que se excretan por la vejiga.
• También influye la contaminación ambiental.