La política golea al deporte
Agencias / Cortesía | 2/23/2017, midnight
La CONCACAF no organiza un Mundial de fútbol de mayores desde 1994. En el ínterin, todas las otras regiones han realizado al menos uno de mayores. Europa y Asia no pueden postularse para ese Mundial por decisión de la FIFA, África no parece una opción realista y Sudamérica le apunta al del 2030, año en que se cumplirá el centenario del torneo, que comenzó en esa región con el Mundial Uruguay 1930.
Todo está alineado para que se lo den a la CONCACAF y se viene hablando desde hace tiempo de que se lo repartirían México, Estados Unidos y Canadá. Está por verse, sin embargo, qué rumbo toma Estados Unidos en la Administración Trump, tan poco favorable a la inmigración de Medio Oriente y Latinoamérica. El detalle es que la sede para el torneo del 2026 será asignada en mayo de 2020, cuando Trump todavía esté en el poder.
Todavía no hay candidatos oficiales para el Mundial 2026, pero la FIFA anunciará en mayo próximo una serie de requisitos básicos que se cree incluirán no sólo determinada infraestructura sino también el estado de los derechos humanos en las potenciales sedes. La FIFA querrá asegurarse de que los gobiernos anfitriones apoyarán un torneo de un mes de duración con la participación de 48 equipos, con toda la planificación y los gastos en medidas de seguridad que ello conlleva.
El mundial es el evento deportivo más visto en todo el mundo. La final tiene una audiencia de (al menos) mil millones de personas. Si la mayoría de los partidos se hace en Estados Unidos, que tiene la mejor infraestructura, se fijarán récords de asistencia y de ingresos para la FIFA. Cientos de miles de personas llegarían al país para ver algunos de los 80 partidos a disputarse a lo largo de 32 días. Estados Unidos tendría la oportunidad de darle un fuerte impulso a un deporte que no termina de prender en la afición nacional.
Con el nuevo formato de 48 países, México o Canadá no podrían organizar la justa solos. Estados Unidos sí, pero compartir el torneo con sus dos vecinos podría ser una forma más atractiva y diplomática de captar los votos de una FIFA donde impera la diversidad.
Todavía no hay propuestas formales de repartir el torneo entre los tres países, pero nadie descarta esa posibilidad. La última vez que Estados Unidos se postuló como sede de un mundial de fútbol, la CONCACAF tenía sus oficinas en la Trump Tower de la Quinta Avenida de Manhattan. Posteriormente se mudó a Miami en medio de un escándalo de sobornos. También vivía en la Trump Tower el entonces secretario general de la CONCACAF Chuck Blazer, el dirigente de fútbol más importante de Estados Unidos durante los procesos en que se concedieron las sedes a Rusia y Qatar y quien es hoy el principal testigo de la fiscalía en un proceso penal que descabezó a la cúpula de la FIFA y del fútbol latinoamericano. Uno de los acusados de corrupción en ese caso, el brasileño José María Marín, tiene también un departamento en la Trump Tower y vive allí bajo arresto domiciliario. Marín fue el presidente del comité organizador de la Copa Mundial de 2014 disputada en su tierra, Brasil.