Estados Unidos atestigua el despertar de grupos supremacistas violentos y amenazantes:La atrocidad de la ‘pureza’
Angela M. Angulo | 8/24/2017, midnight
Utilización de símbolos o la difusión de ideas racistas están amparados en la Primera Enmienda de la Constitución
Vivimos en una década que cada año se hace más oscura. La aparición abierta del nazismo en las marchas de Charlottesville (Virginia) no es un hecho aislado, es un paso más en el intento de retorno de esa pesadilla ideológica.
Estos grupos actúan más pública y agresivamente desde que Donald Trump asumió la presidencia. Fue el magnate, quien con su retórica populista, los impulsó y los animó a manifestarse sin pudor. Ahora se sienten seguros bajo su presidencia, porque el mandatario es tibio para condenar sus manifestaciones públicas de odio. El presidente es ambiguo y eso le conviene a los supremacistas. Gracias a Trump y a su falta de sensibilidad, somos testigos de retóricas violentas sin máscaras ni disfraces.
La pureza de la raza implica más que la pérdida de las libertades humanas. A la supremacía blanca no le interesa el rechazo de la razón y la empatía, ya que buscan la pureza racial, el odio a las etnias distintas y la exaltación de la fuerza bruta como método para someter al otro, que necesariamente es considerado ‘inferior’. En esta búsqueda de pureza está permitido el desprecio, la esclavitud y el exterminio de quienes no compartan las mismas ideas.
Además de los supremacistas, están los nacionalistas blancos, que han formado milicias armadas y también desprecian a los afroamericanos, a los judíos, a los homosexuales y ahora a los inmigrantes latinos y a quienes profesan el Islamismo. Estos grupos están armados y son, por iniciativa propia, vigilantes de sus vecindarios o vigilantes fronterizos.
En este país, las ideas nazis que nuestras Fuerzas Armadas combatieron con todas sus fuerzas en la Segunda Guerra Mundial, se unieron a corrientes ya existentes de un racismo habitual. El racismo vive, late, en todo el país. Todos podemos convivir al lado de un racista que nos odia a muerte. Ante esta horrenda situación, la tibieza es inexcusable y las simpatías, secretas o explícitas, señales de cuidado extremo.
Con un presidente como Donald Trump, la impresión inicial es que el nazismo y la segregación racial podrán seguir asomándose, protegidos por un mandatario que ellos ayudaron a que llegue al poder. Son aún una minoría, pero también lo eran en la Alemania de 1933. Y mientras hoy parece inconcebible que lleguen al poder, debemos recordar que hace una década nació el 'Tea Party', agrupación que arrinconó al Partido Republicano, colocando desde 2008 a una gran cantidad de legisladores en el Congreso de la Unión. ¿Acaso no pensamos también que Trump no llegaría a la Casa Blanca?
Según la organización de defensa de los derechos civiles Southern Poverty Law Center, existen más de 900 grupos de odio que reivindican en este país ideales inspirados en el nazismo y la supremacía blanca