A diario muchos padres le dan a sus hijos productos industrializados con un alto nivel de azúcar en sus diversas presentaciones. Por ejemplo, en la lonchera los niños llevan galletas, caramelos, cereales, bebidas gaseosas, pasteles y demás.

El problema es que muchas veces los adultos no leemos o no conocemos la información de los etiquetados, que advierten en general la presencia de sacarosa, fructosa, dextrosa (aunque no la cantidad exacta).

Los azúcares, en sus variadas formas, no solo ocasionan obesidad y caries. También podrían provocar cardiopatías, hipertensión, diabetes y cáncer, según los expertos.

La American Heart Association recomienda reducir en niños el consumo de azúcares añadidos (sólidos o líquidos) a menos de 25 gramos al día, es decir, a 100 calorías o seis cucharitas de azúcar.

En 2015, la Organización Mundial de la Salud (OMS) lanzó una directriz mundial para reducir la ingesta de ‘azúcares libres’ (distintos de los ‘intrínsecos’ y saludables que encontramos de forma natural en frutas y verduras) de 10% a 5% de la ingesta calórica total. AGENCIAS