Un estudio realizado por CBS y The New York Times a fines del año pasado (2015) hizo un perfil de los votantes de Donald Trump: el 91% de sus seguidores son hombres blancos, solteros, con bajo nivel educativo y conservadores. Un tercio de ellos afirmaba ser evangélico y otro tercio católico. Y un dato revelador de su pensamiento es que muchos de ellos considera a la bandera confederada como un símbolo de orgullo sureño y no creen en el cambio climático.

La mayoría de quienes votarán por Donald Trump anhelan el ‘regreso’ de una época en la que las minorías tenían poca o nula representación, influencia e importancia en este país. Eso explica las adhesiones de personajes y agrupaciones controvertidas.

Jared Taylor, uno de los supremacistas blancos más conocidos de este país, nunca había apoyado a ningún candidato presidencial porque todos le parecían tibios o timoratos respecto de los ‘legítimos intereses de los blancos’, pero ahora siente que por fin encontró a quien sí ‘los’ defenderá: el candidato Donald Trump.

En la misma línea, hace varios meses un viejo líder del Ku Klux Klan, David Duke, respaldó a Trump. Es oportuno recordar que el magnate se ha negado a deslindar con el Ku Klux Klan, grupo extremista que sólo considera bueno e ‘inteligente’ todo lo que sea blanco.

Los supremacistas blancos se sitúan a la derecha del Partido Republicano y son tan radicales en sus posturas que los llaman ‘la derecha alternativa’. Este segmento desprecia a las comunidades afroamericana, latina y musulmana; y defienden a muerte la libertad de portar armas.

Así como ellos otros sectores radicales como el ‘Tea Party’ (también a la derecha del Partido Republicano) apoyan a Trump. Y dentro del mismo partido conservador hay sectores que lo apoyan incondicionalmente y desprecian a los actuales dirigentes Las bases del ‘Tea Party’ son mayoritariamente obreras, machistas y profundamente conservadoras. La mayoría han caído en el desempleo en los últimos tiempos y viven de la ayuda del Gobierno Federal.

Según las últimas encuestas, alrededor de 30% de los votantes de este país respalda incólume a Donald Trump y parece no importarle los escándalos que su proceder provoca. Y si bien las acusaciones de violencia sexual contra mujeres le han hecho perder algunos puntos, ese voto duro se mantiene y no lo abandonará.