La agresión hacia una mujer es una de las reacciones más destructivas e inmaduras que un hombre puede tener. Es el resultado de la impotencia o sensación de pérdida de control, es un abuso que, violento o no violento, muestra un patrón de conducta que tiene como finalidad someter a la víctima y castigarla para así mantener el sentido de ‘seguridad’ por parte del agresor.

Según las estadísticas de la Coalición Nacional Contra la Violencia Domestica (NACADV), en Estados Unidos ,en promedio, cerca de 20 personas por minuto son abusadas físicamente por sus parejas. Lo que significa que, en un año, más de 10 millones de mujeres y hombres son víctimas. Como la violencia doméstica está relacionada con el control y el poder sobre una persona, sin distinción de géneros, los hombres también son víctimas. Según las estadísticas, 1de 3 mujeres y 1 de 4 hombres han sido víctimas de algún tipo de abuso físico en su vida, por parte de su pareja.

El abuso doméstico es, por lo general, difícil de identificar y en algunas situaciones específicas requiere de mucha observación a largo plazo. En muchos de los casos las víctimas se niegan a recibir ayuda o a denunciar al abusador ya sea por la presión de un estatus social, por temor o por el daño psicológico ocasionado por la incertidumbre, las amenazas y la constante intimidación.

En otras ocasiones el abuso llega a ser visible por las secuelas constantes que la víctima presenta en el cuerpo y que en muchas ocasiones terminan por ser letales. De acuerdo a las estadísticas del 2015 del Texas Council On Family Violence, se estima que en un 78% de los casos las víctimas fueron asesinadas por su pareja en su propio hogar.

El Condado Harris es el que registra más fatalidades, seguido del Condado Dallas.

¿Qué lleva a una persona a seguir tolerando un contexto de humillación, maltrato físico y psicológico?

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