El presidente electo prometió en campaña acabar con el programa DACA (creado por el Presidente Obama) que protege a unos 740,000 jóvenes traídos a este país en su infancia.

La acción ejecutiva de Obama otorgó a estos ‘dreamers’ y a sus familias un permiso de trabajo y una prórroga a la deportación, habilitándolos a asistir a la escuela y a la universidad, graduarse y conseguir empleo.

Trump nunca precisó si poner fin al DACA significa no aceptar más nuevos solicitantes, o deportar a los que ya están protegidos por el programa. Para cuando el presidente electo tenga plenos poderes, estará a su disposición una base de datos con información de cientos de miles o millones de indocumentados, recolectados para entregarles tarjetas de identidad.

Muchos de los ‘dreamers’ han vivido casi toda su vida en este país, algunos sólo hablan inglés y hasta ahora carecían de papeles, por lo cual no podían estudiar en la universidad ni trabajar legalmente. Las protestas pacíficas son la única alternativa para lograr que siga vigente el programa DACA.