Lo normal es acostarse, apagar las luces y acurrucarse en los ‘brazos de Morfeo’. Pero qué pasa si, por alguna razón, mantienes iluminado tu cuarto.

Según estudios científicos, la luz artificial interfiere en la calidad de sueño y la actividad cerebral de los seres humanos. También puede desencadenar estados depresivos, cuadros de cansancio, mala memoria, irritabilidad e incremento de peso.

Además, las personas que duermen con las luces encendidas se despiertan más veces durante la noche. Cuando la habitación está oscura nuestro cuerpo se aísla y entra en un estado de reposo para recuperar las energías gastadas durante el día. Además, el cerebro empieza a procesar los nuevos conocimientos adquiridos.

Sólo si se tiene una fobia o temor exacerbado se puede dormir con una luz tenue, que puede ser una pequeña lámpara de mesa. Pero es necesario que sea de intensidad muy baja para que no lo perjudique demasiado conciliar el sueño.