En el penal del Altiplano se han implementado cambios, tanto al interior como al exterior de sus instalaciones, como consecuencia de la fuga del líder del cártel de Sinaloa, Joaquín ‘el Chapo’ Guzmán, el 11 de julio de 2015; así como después de su recaptura, el 8 de enero de 2016.

Una de tales modificaciones es la vigilancia militar en torretas exteriores, en las cuales hay “cañones de ruido” que buscan aturdir a cualquiera que permanezca en los alrededores del Centro Federal de Readaptación Social 1, con el objetivo de fraguar un nuevo escape del narcotraficante.

A estos “cañones de ruido” se les denomina dispositivos acústicos de largo alcance, con una potencia sonora de hasta 153 decibeles, superior al sonido de un avión comercial a 165 pies de altura.

Son circulares, tienen un alcance de hasta 2 millas de distancia y fueron diseñados en Estados Unidos tras el ataque el año 2000 al destructor USS Cole en Yemen por parte de una célula de Al Qaeda, que provocó la muerte de 17 infantes de Marina. Estos “cañones de ruido” pueden provocar ruptura de tímpano, vértigo o pérdida de la capacidad auditiva de forma permanente, dependiendo del tiempo de exposición. AGENCIAS