Científicos estadounidenses y españoles han identificado por primera vez la existencia de un ‘reloj celular’ en los tejidos adiposos que afectan directamente a la tolerancia a la glucosa, reforzando la tesis de que no se deben comer dulces por la noche cuando el cuerpo tiene la mínima sensibilidad a la insulina. Tomar dulces por la noche podría aumentar el riesgo de padecer diabetes y obesidad, aunque ese problema podría mermarse con un número suficiente de horas de sueño al día (al menos siete en adultos) y acostándose temprano porque son dos factores que ayudan a mejorar el funcionamiento del tejido adiposo. Esta conclusión (una colaboración entre la Universidad de Harvard y la Universidad de Murcia) fue publicada en la revista de la Sociedad Americana de Biología Experimental (FASEB). AGENCIAS