Han pasado casi 20 años desde que el mundo le dio la bienvenida a un niño huérfano que creció en casa de sus tíos, y que al cumplir 11 años descubrió que existe un mundo mágico, un mundo al que pertenece y que tendrá la responsabilidad de salvar. Una pequeña cicatriz en forma de rayo así lo marcaba.

Casi dos décadas, siete libros, ocho películas, juegos de videos e infinidad de mercancía han alimentado la afición a las historias de Harry Potter. Quienes crecieron descubriendo la saga de la autora británica J. K. Rowling son parte de los millones de personas que han hecho un verdadero fenómeno del niño mago.

Pero la ‘Pottermanía’ también incluye a niños que nacieron después de ‘La Piedra Filosofal’ (primer libro) y la fanaticada sigue creciendo.

Millones de personas esperan el estreno de ‘Harry Potter y el Niño Maldito’ (Harry Potter and The Curse Child) el próximo 31 de julio (aunque la edición en español se publicará recién en octubre) para descubrir la nueva aventura de ‘el niño que vivió’.

Una de ellas es Mai, joven de Austin que se siente orgullosa de decir que ha leído los siete libros de la saga dos veces en inglés y tres veces en español. Además, ve las películas todos los meses y sigue cada novedad de la ‘Pottermanía’.

Mai aprendió el arte de hacer varitas mágicas y decidió honrar al famoso Ollivanders compartiendo todos sus conocimientos sobre este oficio ancestral con una serie de talleres en Austin. El pasado 21 de mayo comenzó esta labor y a la fecha ha dictado seis clases en los parques de la capital texana.

El pasado 12 de junio, 13 adultos y 3 niños se reunieron para descubrir, junto a las profesoras Mai y Faye Fearless, historias de magia, hacedores de varitas y todo lo necesario para crear una. “Sólo una minoría de árboles produce madera con calidad para hacer varitas”, dice el manuscrito más popular en la materia, pero los asistentes al taller los conocieron todos: acacia, saúco, nogal negro, manzano, endrino, haya, cedro, cerezo y ciprés, todos los tipos de madera estuvieron disponibles.

Cabe destacar que la madera “despierta su magia” al caer al suelo. “Las ramas que se cortan de un árbol no poseen magia alguna”, dice Mai y recuerda que los magos deben proteger la naturaleza.

Luego de repasar historia, los participantes escogen sus materiales, ya sea con uno o dos tipos de madera. Si bien la historia de Harry Potter nos enseña que las varitas escogen a los magos, en esta ocasión Mai nos motiva a darle magia al proceso: “Es importante que cada mago o bruja escoja una madera especial, que lean las propiedades de cada una y al final seleccionen una ‘que les hable’, que se identifique con ustedes”.

Los conocedores saben que las varitas tienen un núcleo: pelo de unicornio, fibra de corazón de dragón y pluma de fénix. Sin embargo, en este mundo mixto entre la fantasía y la realidad, la magia proviene principalmente de los sentimientos. “Los pelos de mascotas son los más comunes, la gente los trae y los introducimos en el centro de la varita. Papeles con notas escritas por la persona que aman, cuerdas de violín y hasta cenizas son objetos que las personas han traído para usar de núcleo”, cuentan las profesoras. Los núcleos son objetos pequeños y delgados que puedan entrar en una pequeña rama, pero que tengan un significado personal.

Lija, cinceles y materiales para el tallado de madera son el siguiente paso, ya que cada quien escoge un diseño personal y lo crea con la guía de Faye y Mai. Al concluir, las piezas de madera se unen y se participa en un ritual para crear un lazo entre la varita y su creador, prometiendo siempre usar su magia para hacer el bien.