Alrededor de 15 migrantes africanos que salen a diario de la ‘Casa del Migrante Madre Assunta’ (Tijuana) para entregarse a las autoridades estadounidenses, son reemplazados inmediatamente por otro grupo, igual o mayor, que llega a esa ciudad fronteriza con la esperanza de lograr el ansiado asilo humanitario, declarándose víctimas de la violencia en sus respectivos países.

La mayoría provienen de Ghana, Eritrea, Guinea, Angola, Etiopía y El Congo. Todos huyen del hambre, de la guerra y de las dictaduras corruptas e intolerantes de sus países sumergidos durante décadas en conflictos armados. Todos quieren lo mismo que otros migrantes de la región: vivir en Estados Unidos para ganar más dinero y sentirse seguros. Desde mediados de mayo pasado, la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos (CBP) confirmó que estaba analizando las solicitudes de asilo caso por caso.

Del 2012 al 2016 el cruce de migrantes africanos por México ha tenido un incremento del 400%, según reportes de las detenciones registradas por el Instituto Nacional de Migración (INM): pasaron de 545 personas deportadas en 2012 a 2,045 en 2015 y tan solo entre enero y abril de 2016 la estadística suma 1,552.

Más de la mitad de los africanos detenidos y devueltos por el INM son originarios de Somalia que actualmente vive un brote mortal de fiebre amarilla con alrededor de 150,000 muertos y de Guinea, un país envuelto en una crisis política por la violenta dictadura de Teodoro Obiang. AGENCIAS