Es verdad que las mujeres somos más sensibles y dejamos fluir nuestras emociones. Sin embargo, esto que parece un signo de delicadeza femenina, puede ser una mala costumbre, cuando lloramos a cada instante frente a la pareja o ante cualquier hecho que se nos presenta en la vida. Ese llanto puede deberse también a un mal biológico llamado ‘labilidad emocional’, que lleva a las muges a responder algunas situaciones con sentimientos desproporcionados.

Las mujeres recurrimos al llanto por diversas causas: problemas hormonales, al iniciar o al culminar una etapa en la vida, estar frente a situaciones nuevas, como duelo o separación. No llorar podría detonar en un ataque de ansiedad.

Cuando no existen estas causas y el llanto aparece con facilidad, es posible que las lágrimas sean usadas para tocar las emociones de otras personas y obtener algún beneficio.

Ésta es una conducta aprendida desde la niñez por imitación (a uno de los padres) o por modelo social, cuando se sobreexpone a programas televisivos donde observa que quien se victimiza, recibe atención. El llanto funcionará en la medida que la persona tenga al lado a alguien que la consuele y que, sin querer, refuerce ese comportamiento.